google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Hallan restos de una máscara ritual egipcia enterrados en Salamanca hace 2.800 años

6 de diciembre de 2022

Hallan restos de una máscara ritual egipcia enterrados en Salamanca hace 2.800 años

Los arqueólogos encontraron en el Cerro San Vicente una placa de pasta de vidrio decorada con oro. Era parte de un retrato de la diosa Hathor y "sin duda" egipcia. Es la segunda vez que la diosa Hathor aparece en la historia antigua de Salamanca. 
Pieza hallada en el cerro superpuesta sobre un modelo de retrato de la diosa Hathor. (Foto: A. Blanco / J. J. Padilla)

Hace casi 3.000 años un grupo de pobladores de la Edad de Hierro se asentó en el cerro de San Vicente y, aunque ellos no lo sabían, fundaron Salamanca. Esa colina esconde las primeras páginas de la historia de la ciudad y los arqueólogos modernos no dejan de buscarlas.

Cada campaña de excavaciones desvela un pedacito de la historia antigua de Salamanca y a cambio, como si fuera un juego, deja nuevas preguntas sin responder. La última: ¿por qué hay restos de la máscara de una diosa egipcia enterrados en el cerro de San Vicente?

El profesor de la Universidad de Salamanca Antonio Blanco ha participado en las excavaciones en el cerro. Explica que este verano encontraron "una placa de material llamado fayenza", a base de pasta de vidrio, que "posiblemente formaba parte de una taracea que se incrusta en un mueble o placa de madera". La taracea es una técnica decorativa consistente en encajar piezas de distintos materiales en un mismo soporte.

Pues bien, esa placa de fayenza "sin duda viene de Egipto. Esta hecha con pasta de vidrio y se ve un hilo de oro muy fino. Estaba quemada y arrancada del objeto originario, pero buscando paralelos, es muy posible que sea el final del bucle de una peluca de una cara humana y que sea de la diosa Hathor. Todo lo que está saliendo hace referencia a esta diosa".

Es la segunda vez que la diosa Hathor aparece en la historia antigua de Salamanca. Durante el verano de 2021, sin ir más lejos, encontraron un amuleto dedicado a ella. Ahora hallan un fragmento de un retrato de dicha diosa y surgen más preguntas: ¿cuándo llegó hasta aquí? ¿hubo cultos egipcios en Salamanca?

La primera pregunta es la más sencillo de responder. "Tenemos una fecha. Hemos aplicado una técnica llamada arqueomagnetismo, bastante precisa. Es del siglo VII antes de Cristo". Como referencia temporal, en aquel momento aún faltaban ocho siglos para que se edificara el Puente Romano.

El cómo apareció por Salamanca tampoco es un misterio: "hay cultos con objetos que han pasado de mano en mano y pueden haber venido desde Mondego, en Portugal, o desde la Ruta de la Plata. Las dos vías podrían funcionar".



El 'templo' del cerro de San Vicente
El amuleto de Hathor estaba "en un cenizal, en un basurero" de la Salamanca de la Edad del Hierro. Al excavarlos "vimos que salían cosas muy extrañas, que no se correspondian con la actividad cotidiana de las viviendas, sino demasiados objetos rituales".

Con la experiencia de 2021 en mente, este verano de 2022 "hemos excavado un edificio rectangular un poco extraño que pensamos que pudo ser un templo por sus características y su orientación, medida por arqueoastrónomos y por el tipo de materiales que han aparecido en el relleno dentro del edificio".

La lista de objetos encontrados en el subsuelo del templo es muy extensa: "dejaron piezas, objetos rotos... que eran parte de enseres litúrgicos y de parafernalia ritual. Hay cerámica egipcia de un ánfora, este trocito de fayenza..." Y a mayores, cerámica fenicia, llegada desde el Mediterráneo oriental y hecha a torno. "Esta gente importaba materiales hechos a torno, que se parecen a los de la Edad Media y a los de nuestra época. Son todo vajillas rituales. Hay pebeteros para quemar sustancias aromáticas, vajillas de comensalidad, vasitos individuales, jarras de vino... de cerámica fenicia".

La guinda fue el hallazgo de un diente de tiburón que parece "corresponder a una estructura relacionada con el culto". Quién sabe cuántas sorpresas más guarda aún esa colina.

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