
Jesús Liz Guiral.
Catedrático de Arqueología
Universidad de Salamanca.
“El deterioro o la desaparición de un Bien del Patrimonio Cultural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos”.
(Convención para la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. UNESCO, París 16/11/1972,
¡y ya ha llovido!)
El patrimonio arquitectónico.... “Está amenazado por la ignorancia, el paso de la moda, el deterioro de todo tipo y la negligencia. La planificación urbana puede ser destructiva cuando las autoridades ceden demasiado fácilmente a las presiones económicas y a las demandas del tráfico motorizado”.(Carta de Amsterdam, 1975. Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico. Consejo de Europa, Amsterdam 1975, punto 6. Y, yo creo, que 36 años es tiempo más que suficiente para darnos por enterados...)
Desde la relativa lejanía de Salamanca se oyen y se leen los sonidos de la nueva batalla. Otra vez Lancia. “Mala suerte, qué ciudad con tan mala suerte”, dicen algunas voces. Sin embargo yo creo lo contrario: sobrevivió a unos hechos bélicos que los autores antiguos nos relatan sin mucho empeño y sólo para magnificar la bonhomía, probablemente tan calculada como grandilocuente, de su conquistador, Carisio; continuó su vida y hasta fue capaz de hallar la forma de convertirse en una ciudad próspera durante más de un siglo; luego se apagó, igual que otras urbes en aquellos tiempos convulsos tardoantiguos, que asistieron a tantos cambios; se convirtió en olvido y cantera de materiales, en tierra de secano que los arados arañaron –lo hacen todavía-, siglo tras siglo; en objeto de codicia para expoliadores y amigos de lo ajeno y, a pesar de todo, ahí sigue resistiendo.
"NO SOMOS PROPIETARIOS DEL PATRIMONIO, SÓLO DEPOSITARIOS"
Ahora es el progreso de las comunicaciones, esa autovía que tanto necesitamos por razones de comodidad, economía y, sobre todo, seguridad en los desplazamientos, el que viene a poner a prueba al yacimiento arqueológico. El progreso, tiene gracia; en aras del progreso se derribaron en el pasado reciente muchas murallas antiguas que ahora tanto nos cuesta conservar. En León, como otras partes, también se asistió a ese estilo de “progreso”. Algunas ciudades tuvieron la suerte de contar con ciudadanos y gobernantes menos “progresistas” y no derribaron sus murallas. A los ojos de sus contemporáneos eran ciudades embridadas y maniatadas por sus muros, atrasadas y ancladas en el más oscuro pasado preindustrial y la rémora de sus murallas y puertas conservadas sólo una muestra fehaciente de su alejamiento de los criterios de modernidad y progreso reinantes. Ahora, algunas, son Patrimonio de la Humanidad. Otras no. El progreso.
No entraré, por elemental discreción, en la discusión –que podría ser fecunda y no exenta de jugosos comentarios- de la necesidad objetiva y cabal de pasar una infraestructura de este tipo al pie mismo de un “Bien de Interés Cultural” declarado por la Administración hace más de tres lustros; ni en el por qué se desoyeron todas las advertencias sobre la posibilidad de encontrar restos de una vía, una necrópolis, de instalaciones industriales y de habitación en ese lugar. Ahora nos encontramos ante unos hechos consumados, ante una nada agradable situación provocada por unas decisiones probablemente equivocadas; y esto último es importante, porque el problema es creado por decisiones humanas y no por el propio yacimiento, ni por la política proteccionista de unos restos arqueológicos que, además de intentar defenderse de los ataques durante siglos, a veces, como si fuera un mal sueño, parecen los culpables de todo.

Con frecuencia me he encontrado en mi trayectoria profesional el falso dilema planteado por algunos entre la necesidad de construir un futuro y la necesidad de conservar el pasado. Me refiero a que es habitual en situaciones como estas escuchar frases más o menos bienintencionadas como: “no podemos hipotecar nuestro futuro para salvar unos simples restos del pasado de escaso valor monumental”. Dicho así, hasta parece cierto, pero, para ser sincero, tampoco conozco a nadie que haya pasado a la Historia por decir semejante tontería y sí a muchos por predicar y practicar todo lo contrario (quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini). Es cierto que a veces se presentan casos en los que es preciso tomar determinaciones muy comprometidas, pero éstos son contados y, desde luego, Lancia no es uno de ellos ya que, desde el principio del proceso –y eso es lo más extraño en estas también extrañas e ilógicas circunstancias- existen otros trazados alternativos previstos.

EL YACIMIENTO DE LANCIA ESTÁ AMENAZADO POR EL PASO DE LA AUTOVÍA A-60
No hace tanto tiempo, quizá no mucho más de setenta años, en España se quemaban algunos archivos, en unos casos porque podían molestar a “la verdad histórica” (así, con minúsculas y no importa a qué facción política o ideológica nos refiramos) y en otros porque ciertas mentes preclaras y supuestamente pensantes no los consideraban importantes y hacía falta más sitio para instalar el producto de la burocracia de ese momento. Ahora, afortunadamente, eso ya no podría pasar o serían considerados delincuentes quienes así lo hicieran. Hoy los archivos históricos parecen estar razonablemente a salvo, o, al menos, eso prefiero creer. Hora es de preocuparnos por los Archivos del Suelo. (Fuente: Lancienses)

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