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26 de octubre de 2022

Nuevos hallazgos demuestran “el auge económico” que vivió Toledo entre los siglos IV y V

Nuevos hallazgos confirmarían que la antigua Toletum se situaría al mismo nivel de importancia que Tarraco o Cartagena, explica el arqueólogo Rafael Caballero. 
Hallazgos tardorromanos en Toledo. FOTO: NOVAS ARQUEOLOGÍA.

Entre los años 2012 y 2014, se hallaron restos tardorromanos en una reforma de un conocido edificio de damasquinados de Toledo, situado en la Cuesta de los Portugueses. Tras su estudio, se clarificó que se trataba de vestigios con una datación en torno al siglo IV o principios del siglo V. Pero no sólo eso: al corresponderse con ánforas que vinieron desde localizaciones como la actual Palestina o Líbano, han demostrado la importancia de Toledo en esta época.

El arqueólogo Rafael Caballero, del estudio Novas Arqueología responsable de la excavación, ha explicado que de esta manera, la antigua Toletum se habría situado en el mismo nivel de importancia que las ciudades portuarias de Tarraco o Cartagena. Se trata de ánforas que no se habían visto en esta zona de la península, pero que sí se corresponden a ciudades como las mencionadas, con importantes puertos.

“Estas piezas que se encontraron casi completas y ponen de lleno al Toledo del siglo IV o V en la misma categoría que Tarraco o Cartagena en época tardorromana”, resalta Caballero. Al encontrar utensilios de tan lejos y de sus materiales se ve la riqueza que había en la ciudad. “Nos muestran que en Toledo hubo gente importante que pudo permitirse el lujo de traerse estos productos; demuestra que no estaba en decadencia, sino todo lo contrario: que se vivió un nuevo auge económico”, resalta.

El hallazgo, resalta, fue “una suerte” puesto que la dinámica de la vida desde entonces hasta ahora, ha hecho que se destrozara casi todo. Sin embargo, las piezas se encontraron en un estrato de casi dos metros, prácticamente intacto.

Elena Sánchez y Rafael Caballero presentarán el análisis detallado de estas pizas en la conferencia 'Arqueología en 5 m2. Cuesta de Portugueses: la tardoantigüedad en Toledo (siglos IV-V d.C.)', que se celebrará en el Museo de los Concilios y la cultura Visigoda en Toledo (Calle San Román, sin número). El evento será este miércoles 26 de octubre, a las 19:00 horas, con acceso libre. En el Museo se expondrán también por primera vez algunas de las piezas localizadas.

23 de septiembre de 2024

Hallan el tesoro que ocultó en Toledo una familia judía al huir

El descubrimiento ha salido a la luz en un solar de la Cava Baja, en plena Judería toledana. Se trata de vasos, copas, jarras y lámparas que formarían parte de una vajilla doméstica de lujo. Junto a este valioso ajuar, también aparecieron unas doscientas piezas de vidrio en forma de tapón o de dedal que formaban parte de telares en los que se fabricaban ricas telas de seda.
Doscientos 'cojinetes' de vidrio que formaron parte de un telar donde se fabricaban ricas telas. Jorge de Juan

La historia de una ciudad como Toledo está tejida con los hilos de la memoria y con las evidencias que los vestigios revelan, a veces de forma inesperada. Es el caso de un solar situado en la Cava Baja, en plena Judería.

Honorio Martín, el promotor de un edificio de nueva planta de cinco viviendas situadas en las faldas del cerro Virgen de Gracia, sabía por los estudios previos que la parcela presentaba una potencia de escombros que rondada los dos metros de altura.

Pero lo que no imaginaba es que todas esas toneladas de material de derribo y de cascotes, de las que nunca se olvidará Fernando Martín, el jefe de obra, ocultaban las trazas de una vieja vivienda bajomedieval y los indicios de una huida precipitada, que el arqueólogo Rafael Caballero empezó a reconstruir un 18 de agosto de 2021.

Ese día el cazo de una excavadora, manejada por un operario llamado Beltrán, dejaba al descubierto el inicio de un arco de ladrillo de un espacio abovedado que llevaba más de dos siglos escondido. Se trataba del sótano de una vivienda de una familia pudiente de la comunidad sefardí del Toledo bajomedieval de los siglos XIV y XV.

No sabemos nada de su identidad, pero lo que el minucioso trabajo arqueológico ha descubierto es que la expulsión de los judíos, decretada por los reyes católicos en 1492, fue para ellos un hecho traumático que les obligó a emprender un viaje de no retorno en el que tuvieron que desprenderse de algunas de sus pertenencias más valiosas, no sin antes asegurarse de que no iban a ser disfrutadas por nadie.

Para ello decidieron tirarlas en un aljibe, que apareció colmatado de escombros y sobre el que se hizo una rigurosa excavación arqueológica en el que se analizaron todos los estratos. Un arduo trabajo que sólo fue posible gracias a la colaboración de Casas del Casco, la promotora de la obra, la dirección facultativa y la dirección arqueológica.

En el nivel más profundo, que data de finales del siglo XV o principios del XVI, y que presentaba una composición fangosa de algo más de un metro de espesor se recuperaron abundantes elementos óseos de fauna. Entre ellos predominan los de ovejas y cabras. También se documentaron restos de roedores, pajarillos y caparazones de tortuga, espinas de merluza, cáscara de huevos y pimienta negra. E incluso semillas de melón, que tal vez pudieran plantarse seis siglos después.

Pero los lodos del aljibe también ocultaban grandes tesoros arqueológicos. Entre ellos vasos, copas, jarras y lámparas que formarían parte de una vajilla doméstica de lujo. Su aparición en el fondo del aljibe hace suponer a los arqueólogos que sus dueños prefirieron romperla y tirarla dentro del aljibe antes de que pasara a manos cristianas.

Junto a este valioso ajuar, también aparecieron unas doscientas piezas de vidrio en forma de tapón o de dedal que formaban parte de telares en los que se fabricaban ricas telas de seda.

Además, junto a estos elementos fabriles llamados ‘cojinetes’, que estaban acoplados al torno con el que se realizaba el torcido de los hilos de seda, se recuperó el huso de una rueca en hueso decorado, que conservaba los restos de la varilla de madera en la que estaba embutido. Su hallazgo en el fondo del aljibe hace suponer a los arqueólogos que sus dueños prefirieron romper y tirar tanto la vajilla como el telar dentro de este depósito de agua antes de que pasara a manos cristianas.

“Algunas muestras, gracias al proyecto de investigación Glass Centers, financiado por el Programa Horizon 2020 de la Unión Europea, se han podido mandar a laboratorios de Chicago para saber si los vidrios son de importación o están fundidos aquí. Si se comprobara que son toledanos sería un gran descubrimiento puesto que en esta época sólo se tiene constancia de fundiciones en la localidad madrileña de Cadalso de los Vidrios”, explica el arqueólogo Rafael Caballero, que ha trabajado en este solar.

Además, su valor histórico y arqueológico aumenta por el hecho de que sólo se conservan piezas similares a estas en Granada, aunque provienen de un telar nazarí.

Alberca, aljibes y pileta de baño
Pero esta vivienda bajomedieval -que quedó deshabitada tras la orden de expulsión de los judíos hasta mediados del siglo XVI, cuando un cristiano de alcurnia, probablemente el Conde de Portalegre, utilizó el solar para edificar parte de su palacio- también esconde un singular circuito cerrado de circulación de agua.

Se trata de dos aljibes para el abastecimiento de agua con sus correspondientes bocas o brocales y sin conexión entre ellos, lo que impedía que el agua se mezclase entre ambos depósitos.

El primero de ellos, de planta cuadrada, tenía asociada una tubería de barro pequeña, para hacer presión, que vertía a una alberca.

Esta poza, a través de un pequeño aliviadero, desaguaba en el segundo de los aljibes, que tiene forma de L y envuelve por dos caras al primero. En este último fue donde se hallaron tanto los cojinetes del telar con la vajilla de vidrio.

En el patio de esta casa señorial judía repleta de secretos, que pueden ser el detonante de nuevas leyendas toledanas, también se ha podido catalogar un tercer aljibe asociado a una cubeta rectangular con un peldaño en la que cabe sentada una persona. “Da toda la sensación de que se trata de una pileta de baño o de lavado que se usaban para lavar las manos, los pies o incluso los instrumentos”, explica Caballero. Y su importancia es capital porque este tipo de elementos es la primera vez que se documenta en Toledo.

Integrar el pasado en el presente
Pero si sorprendente es la historia que cuenta esta mansión bajomedieval, lo es también el mimo que tanto ‘Casas del Casco’, empresa promotora y constructora y el arquitecto del proyecto, Benjamín Juan, del estudio ‘Arquitectos San Lorenzo 8’, han desplegado para que en un mismo espacio el pasado pueda coexistir con el presente.

Así la superficie construida que en el proyecto original era de 500 metros cuadrados se ha ido incrementado conforme se han ido incorporando los restos arqueológicos. Y es que el subsuelo y los restos que atesora se han incorporado a tres de las cinco viviendas proyectadas aportándolas un claro valor añadido y espacios que recuerdan la intrahistoria de Sefarad y del Toledo judío.

Todas las viviendas, a las que se accede desde un patio común, cuentan con dos dormitorios, cocina, salón comedor, baño, aseo y, algunas de ellas, un despacho. “Y además todas han sido proyectadas para que cuenten con espléndidas vistas a San Juan de los Reyes, al valle y la zona de cigarrales, al campus de la Fábrica de Armas y hasta Parapléjicos”, explica Benjamín Juan.

Pero, en este caso, tan privilegiadas como sus vistas son sus sótanos en los que sus propietarios, nuevos vecinos del Casco, podrán seguir tejiendo historias como las que este solar acumula desde la Edad del Bronce.

18 de enero de 2023

Confirmado el origen andalusí del castillo de Consuegra (Toledo)

La fortaleza actual está cimentada sobre una estructura anterior originaria del siglo X o XI. La aparición de materiales de la época ha resultado decisiva.
 El castillo actual está cimentado sobre una estructura anterior de origen andalus.

El arqueólogo Rafael Caballero encabezó, junto con Gloria Galeano y María de la Cabeza Liébana, la rehabilitación del castillo de Consuegra, cuya primera fase finalizó el pasado verano. Ahora redacta la memoria de aquel trabajo; entre las conclusiones más importantes, figura que el castillo actual está cimentado sobre una estructura anterior de origen andalusí. Hasta ahora, existían solo indicios de aquel origen, pero el uso de determinados materiales ha orientado a atrasar el nacimiento de la fortaleza al siglo X o XI.

Así lo explicó ayer a este diario el arqueólogo y gerente de 'Novas Arqueología', quien señala que el castillo sufrió una reforma menor en el siglo XII, previa a la más profunda del XIII. «Se intuía algo islámico, pero no se sabía», apunta el experto.

«Una de las sorprendentes novedades que hemos podido comprobar durante los trabajos de rehabilitación del castillo de Consuegra, es la demolición y, por ende, conservación fosilizada, de parte de la estructura islámica de la fortaleza anterior a la fase cristiana», explicaba el lunes 'Novas Arqueología' en un mensaje difundido por el Ayuntamiento de Consuegra.

En este sentido, los hallazgos revelan la importancia de la población de Consuegra, localizada en la comunicación directa entre Córdoba y Toledo.

El Plan Director establece la restauración del castillo en cinco fases. Los trabajos arqueológicos previos han marcado el camino a seguir en las labores de consolidación de este edificio defensivo vinculado a la Orden de San Juan, tras la cesión por Alfonso VIII de la antigua fortificación califal y el alfoz de Consuegra a la Orden.

Las obras de la primera fase, adjudicadas a UMC Construcción, se centraron en la consolidación de los lienzos exteriores del tercer recinto amurallado, que presentaban zonas altamente deterioradas. Asimismo, intramuros se trabajó en la rehabilitación del torreón norte; de esta manera, finalizó la intervención incompleta realizada en su día por la escuela taller con la recuperación de dos salas interiores.

(Fuente: La Tribuna de Toledo)

25 de agosto de 2024

Documentan un baño rural de tradición mudéjar en el pueblo toledano de Ajofrín

Fue construido entre los siglos XIII y XIV y ha sorprendido su datación y su ubicación a las puertas de Toledo, en un cruce de caminos. Forma parte de un inmueble privado que fue vivienda, cuadra y hasta supermercado. Había permanecido oculto pero muy bien conservado hasta ahora
Los arqueólogos de Cota 667 han sacado a la luz unos baños de influencia árabe, que datan del siglo XIII, y que son los únicos documentados en el ámbito rural en el centro de la península ibérica. Foto: Cota 667

Una intervención arqueológica en Ajofrín ha permitido “un descubrimiento esclarecedor” sobre la pervivencia de la cultura islámica en el centro de la península ibérica. En este pueblo de Toledo se ha encontrado una ‘rara avis’. Se trata de un baño rural de tradición mudéjar construido entre los siglos XIII y XIV con una distribución axial típica de la época y que, a pesar del paso de los siglos, mantiene gran parte de su estructura original en buen estado de conservación.

“Hasta ahora no hay ninguno documentado en toda la meseta. No se habían estudiado nunca y además este está completo. Su arquitectura es potente, a base de bóvedas de cañón. Es uno de los mejores ejemplos de baños rurales del centro de la península ibérica”, explica la arqueóloga Ángela Crespo.

Miguel Ángel Díaz Moreno es también arqueólogo profesional y explica que “los que conocíamos están en la zona levantina o en Andalucía. Toledo era una especie de isla con presencia de baños árabes, pero no se había encontrado ninguno rural y menos tan tardío, del siglo XIII, teniendo en cuenta que la reconquista cristiana de Toledo se había producido ya en el siglo XI”.

Ambos profesionales forman parte del grupo Cota 667, conformado por arqueólogos, historiadores, investigadores y técnicos de diferentes ámbitos y han sido los encargados de estudiar y documentar los restos, en un proyecto en el que también ha participado Rafael Caballero García, licenciado en Humanidades por la Universidad de Castilla-La Mancha y arqueólogo. 

“Casi siempre nos hemos centrado en estudiar las zonas urbanas”, apunta Ángela Crespo, quien destaca la riqueza oculta en el ámbito rural, como ha puesto de manifiesto el caso de Ajofrín. No fue hasta 2021 cuando un requerimiento del Ayuntamiento a los propietarios de la vivienda localizada en la calle Buitragos, número 2, terminó por propiciar el hallazgo.

El inmueble tenía ciertos elementos en su fachada que podrían desprenderse y caer a la vía pública. Eso precipitó la intervención, y lo que parecía un mero trámite de conservación urbana se ha convertido en todo un hallazgo.

La relevancia de un baño árabe rural cerca de la gran urbe toledana
Dicen los investigadores que este descubrimiento es relevante por tratarse de un baño rural en una zona donde predominan los baños urbanos como los de la cercana ciudad de Toledo, a poco más de 20 kilómetros. “Hablamos de la existencia del ritual del baño en zonas rurales y ha estado oculto hasta ahora. Quizá fueran las familias mozárabes las que siguieron con la tradición”, comenta Ángela Crespo.

Su datación indica la pervivencia de estas estructuras en la meseta castellana en un periodo en el que comenzaban a declinar en otras zonas de la península ibérica y a pesar de la reconquista cristiana. “Esta era una villa muy importante del Señorío de Ajofrín, con cierto renombre. Es una zona de paso, a la salida de Toledo, en la vía que va hacia Ciudad Real y Andalucía”, añade Miguel Ángel Díaz.

Una de las hipótesis que manejan es que, en esta zona de cruce de caminos, “los baños rurales suponían un servicio público a viajeros o comerciantes”.

Era una herencia árabe y dejó una variada tipología de baños en su época de máximo apogeo, entre los siglos IX y XII. Por un lado estaban los baños urbanos públicos, en las grandes ciudades, que han sido asociados por algunos investigadores al uso común público a bien al ámbito religioso relacionado con las abluciones, en el caso de encontrarse cerca de una mezquita. “Su estructura suele ser más irregular porque tenían que adaptarse a cada ciudad”.

Pero además se construyeron baños rurales como el de Ajofrín, los llamados 'baños de fortaleza' en el interior de las alcazabas y los baños palatinos asociados a grandes casonas o palacios que en algunos casos terminaron convirtiéndose en fortalezas. Junto a ellos proliferaron pequeños baños privados.

La intervención arqueológica permitió identificar las salas caliente y templada de los baños, construidas con un aparejo toledano típico del siglo XIII, aunque la sala fría original parece haber desaparecido

El inmueble de Ajofrín cuenta hoy con tres zonas diferenciadas. Hay una parte delantera contemporánea que data del siglo XIX, un edificio medieval con dos salas abovedadas, y una zona posterior utilizada como patio. La intervención arqueológica permitió identificar las salas caliente y templada de los baños, construidas con un aparejo toledano típico datado entre los siglos XIII y XIV, aunque la sala fría original parece haber desaparecido.

El horno que permitía calefactar las salas se localiza en el patio trasero, con estructuras bien conservadas como el hipocausto, aunque los elementos relacionados con el agua, como las pilas o bañeras han desaparecido. Probablemente fueron expoliadas.

“Estos baños se utilizaron como parte de la casa”, detalla Ángela Crespo, dentro de un inmueble que ha sido vivienda con cuadra y hasta supermercado. Y es que el edificio ha sufrido varias alteraciones a lo largo de los siglos, desde su uso original hasta la transformación en espacio agropecuario en el siglo XVIII y, posteriormente, en vivienda en época contemporánea. El abandono a finales del siglo XX permitió que la estructura medieval llegara a nuestros días, aunque con evidentes signos de deterioro.

La vivienda, propiedad de varias familias antes de recaer en los actuales dueños, presentaba una fachada exterior de una casa baja de las tantas que hay en cualquier pueblo de Castilla-La Mancha. Sin embargo, el interés por parte de los técnicos de Patrimonio, - ya en los años 90 del siglo XX fue catalogada como ‘ámbito de prevención’- preservó su integridad hasta nuestros días, evitando incluso su derribo en la primera década de los años 2000, destacan los investigadores.

Miguel Ángel Díaz Moreno, licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, explica que la información sobre los materiales encontrados o la planimetría, entre otras cosas, ya ha sido trasladada al departamento de Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha.

Los propietarios quieren darlo a conocer, pero antes hay que consolidar los restos. “Lo están financiando todo ellos, entienden que es algo muy valioso que hay que dar a conocer”, explica Ángela Crespo, y no se descarta que pueda formar parte de la oferta turística y cultural toledana. “Está abiertos a que pueda visitarse en un futuro”, señala Díaz Moreno.