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27 de enero de 2020

Un poblado de hace 5.000 años en pleno casco urbano de Córdoba

La excavación bajo el hospital de La Arruzafa encuentra los cuerpos de cuatro personas que vivieron en el cuarto milenio antes de Cristo, la evidencia más antigua de la presencia humana en la Edad del Cobre en Córdoba.  El estudio contradice la tesis de que el origen de los asentamientos humanos de la ciudad están en la Colina de los Quemados
Fosa común con los restos de los cuatro individuos de hace 5.000 años. FOTO: RAFAEL MARTÍNEZ 
Desde hace décadas, la tesis académica y la más popular señala que los primeros poblados se asentaron en la zona que hoy ocupa el casco urbano de Córdoba sobre la Colina de los Quemados, en lo que hoy es el parque Cruz Conde, entre el final del Neolítico y los inicios de la Edad del Cobre. Sin embargo, hay pocas evidencias arqueológicas que señalen que aquel antiguo poblado fue el primer asentamiento cordobés. Ahora, un descubrimiento arqueológico revolucionario, señala lo contrario. Bajo lo que hoy es casco urbano de Córdoba han aparecido indicios de que el suelo de lo que hoy es la ciudad ya tenía presencia humana hace 5.000 años, en plena Edad del Bronce.

Una investigación de la Universidad de Granada en colaboración con Arqueoqurtuba desarrollada desde el año 2014 en la zona de ampliación del hospital de La Arruzafa ha descubierto una fosa común en la que han aparecido los cadáveres de cuatro personas: dos niños, un adolescente y un adulto. Los investigadores saben qué dieta seguían, sus edades, que eran agricultores y que vivieron en algún momento del siglo XXXI antes de Cristo, hace la barbaridad de 5.100 años, en lo que parece ser un poblado que se localizaba en el glacis de El Brillante, una zona entre dos arroyos, protegida naturalmente y con una tierra muy rica para los cultivos que ya se estaban desarrollando. Pero lo más revolucionario es que es el asentamiento humano más antiguo que se conoce en pleno casco urbano de Córdoba. O los primeros cordobeses de los que se tiene noticia.

La investigación ha sido desarrollada por Rafael M. Martínez Sánchez, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada; Rafael Clapés Salmoral, arqueólogo autónomo: Luis Rey Tovar Acedo, de Arqueoqurtuba: Fátima Castillo Pérez de Siles, de Arqueoantropología: Inmaculada López Flores, del de Prehistòria, Arqueologia i Hª Antiga, Universitat de València; Antonio Morgado-Rodríguez, de la Universidad de Granada; Guillem Pérez Jordà, de la Universidad de Valencia: Leonor Peña-Chocarro, del Instituto de Historia; y Úrsula Tejedor García, de Arqueoantropología.

Rafael Martínez, uno de los mayores expertos en Prehistoria en Córdoba, señala que “probablemente si se excava cerca habrá más estructuras, un poblado calcolítico más extenso”. Martínez explica además que este hallazgo reformula ese concepto “prístino” de que hubo un poblado en la Colina de los Quemados, el de la antigua Córdoba, que en el siglo III antes de Cristo observaron los romanos, lo conquistaron y asimilaron en la ciudad actual.

Al contrario, este hallazgo, y otros recientes, evidencia que durante la Edad del Cobre el Valle del Guadalquivir tenía una “gran densidad de población”, configurada en una especie de “Vía Láctea” de muchos poblados cercanos que se aprovechaban de los recursos naturales que ofrece la zona, como las propias vegas del Guadalquivir y desde luego la zona de huertas y tierras para el cultivo de cereal de los alrededores.

“La Arruzafa se relacionaría con el aprovechamiento del glacis del Brillante y de parte de las tierras que con el tiempo se convertirían en las productivas huertas del alfoz de la ciudad de Córdoba”, abunda Martínez. El estudio ha sido publicado esta semana en el International Journal of Osteoarchaeology. Próximamente se publicará otro en la revista Antiqvitas, con los detalles de la excavación. “Los restos de la Arruzafa constituirían las estructuras constructivas de mayor antigüedad detectadas hasta el momento en el casco urbano de la ciudad, no conociendo hasta el momento materiales anteriores al III milenio en la Colina de los Quemados. La Arruzafa, pues, arrancaría de momentos finales del IV milenio antes de Cristo, momento en el que en todo el valle del Guadalquivir cristaliza una trama de asentamientos campesinos de pequeña extensión con una densidad sin precedentes arqueológicos conocidos”, detalla.

RESTOS DE LA FINCA DE ABDERRAMÁN I
La Arruzafa se excavó hace ocho años. Allí, la arqueóloga Fátima Castillo descubrió una importante estructura de los siglos VIII y IX bajo el hospital de la Arruzafa que podrían corresponderse con los restos de la gran finca de Abderramán I. Pero bajo esa imponente estructura había más restos. Uno de sus pilares partía en dos una fosa común con cuatro individuos. La sorpresa fue mayúscula cuando después de hacerle todas las pruebas científicas se llegó a la conclusión de que habían vivido hace 5.000 años.

“Son cuatro personas que murieron en un mismo evento”, señala Martínez, que insiste en que “desconocemos si tuvieron una muerte violenta o no”. Eso sí, “acabaron en una fosa y no sabemos si había más” personas, ya que “falta más de la mitad” porque se cortó para un cimiento islámico. Las pruebas han determinado que “comían cereales”. Y el niño pequeño, de unos cuatro años, era “todavía lactante”.

“La ocupación prehistórica de este sector del glacis del Brillante conocido como La Arruzafa, y sucesión de fases arqueológicas de cronología posterior documentada sobre ella, representa un ejemplo palpable de un hábitat reiterado beneficiado de unas condiciones topográficas y ecológicas óptimas”, detalla el arqueólogo, que señala que no es un “caso único”. Hay más evidencias de otros yacimientos. En 2004 se encontró uno similar en Alcolea. También ha habido hallazgos junto al puente de Ibn Firnás. “En este caso pues, una trama atomizada compuesta por distintos asentamientos a lo largo del territorio dispuesto bajo el arco serrano cordobés, podría encarnar la imagen prístina que precede a la génesis de Córdoba como ciudad histórica”, concluye esta investigación.

30 de enero de 2025

Confirman que las pinturas de embarcaciones de Laja Alta son las más antiguas del Mediterráneo occidental

Investigadores de la Universidad de Granada confirman que este abrigo rupestre de Jimena de la Frontera, en Cádiz, contiene representaciones navales datadas entre el IV y el III milenio antes de Cristo, lo que supone uno de los escasos testimonios de navegación prehistórica de la Península Ibérica
El lugar destaca de otras cavidades por las representaciones rupestres de embarcaciones, formando una escena naval, que se ve acompañada de otros símbolos del llamado “estilo rupestre esquemático”. UGR

Un equipo de investigadores de la Universidad de Granada ha confirmado recientemente que las representaciones rupestres prehistóricas del yacimiento de Laja Alta (Jimena de la Frontera, Cádiz) son las representaciones más antiguas de embarcaciones del Mediterráneo occidental. Laja Alta es una oquedad rocosa situada en el Parque de los Alcornocales, muy cerca del estrecho de Gibraltar, entre las cuencas atlántica y mediterránea. El lugar destaca de otras cavidades por las representaciones rupestres de embarcaciones, formando una escena naval, que se ve acompañada de otros símbolos del llamado “estilo rupestre esquemático”. La conjunción de todos los datos aportados, junto al análisis contextual de los motivos presentes en la cavidad y la comparativa con otras representaciones de embarcaciones prehistóricas, refuerzan los resultados de esta investigación: Laja Alta se adscribe al mundo simbólico fechado entre el IV y III milenio a. C.

Este yacimiento arqueológico fue dado a conocer en la década de los setenta del pasado siglo. Desde su descubrimiento, Laja Alta llamó la atención de los investigadores por la infrecuente presencia de estos navíos, algunos de ellos con velamen, junto a motivos característicos del Neolítico y Calcolítico (antropomorfos de tipo ancoriforme y phi griega, zoomorfos/pectiniformes y, en menor medida ramiformes, ídolos oculados, soliformes, tectiformes, etc.). Desde entonces, Laja Alta ha estado envuelta en una controversia debido a esta singularidad, formulándose diferentes hipótesis sobre su adscripción cronológica y cultural. Todas estas especulaciones se han sucedido en el tiempo, aunque con una ausencia total de datos científicos, utilizando como único argumento la comparativa estilística.

Como contraste a este panorama, el estudio ahora presentado viene a profundizar en aportaciones previas del mismo equipo de investigación, que ha permitido generar datos objetivos para su definitiva contextualización. Así, la investigación ha desarrollado un modelo escáner 3D de la cavidad, fotogrametría de ubicación precisa de las representaciones, el procesamiento de imágenes para elaborar calcos digitales, los cuales aportan una mayor definición. A ello se añade la realización de un análisis espectroscópico cuantitativo de los pigmentos de las figuras con un procesado matemático de sus macrodatos para la comparativa de los pigmentos sobre los que se ejecutaron las figuras representadas. Por último, el estudio aporta el uso de técnicas de datación absoluta aplicados al yacimiento. Así, la datación absoluta mediante Carbono14 obtenida de una micromuestra de uno de los pigmentos supone una de las pocas cronologías directas aportadas para este tipo de representación. En definitiva, este estudio supone una de las más completas aportaciones interdisciplinares aplicadas al llamado arte rupestre de la Prehistoria Reciente del sur de España. Según Antonio Morgado Rodríguez, coordinador del equipo de investigación, «estos estudios suponen la conjunción de un amplio equipo de investigadores cuyos datos reafirman los resultados interdisciplinares, que contrastan con otras aportaciones sobre Laja Alta basadas exclusivamente en cuestiones estilísticas y formales.»

La datación de estas representaciones en el IV y III milenio antes de Cristo es de suma trascendencia, dado que estas pinturas serían una de las primeras representaciones de embarcaciones a vela del Mediterráneo y uno de los escasos testimonios de navegación prehistórica de la Península Ibérica.

A partir de todo ello, los investigadores enfatizan la importancia histórica y patrimonial de Laja Alta, demandando la necesidad de seguir profundizando en su investigación junto con una mayor conservación y protección de este sitio arqueológico.