google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: pecio
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3 de agosto de 2010

Localizan un yacimiento arqueológico del siglo XVI en aguas del puerto de Ceuta

Un grupo de especialistas ha puesto en marcha unas prospecciones submarinas en el puerto de Ceuta para localizar restos portugueses del siglo XVI, tras el hallazgo de un cañón de hierro.
Esta decisión se ha adoptado después de estudiar los resultados de la primera fase de los estudios de la carta arqueológica submarina realizados por la empresa 'Nerea' y que supusieron la vista general del litoral ceutí.

La mayor parte de naufragios están localizados en la bahía norte, donde las corrientes son mucho más violentas y los temporales soplan con más fuerza.

En un pecio de la dársena del puerto se han localizado unos restos que parecen indicar la presencia de un importante yacimiento arqueológico submarino tras el hallazgo de un cañón de hierro probablemente del siglo XVI y de procedencia portuguesa.

La Ciudad Autónoma y el Ministerio de Cultura tendrán que firmar un convenio de colaboración pero el área de Patrimonio del Gobierno ceutí ya ha remitido a la administración estatal el último borrador.

Esta actuación se enmarca dentro del Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico subacuático (PNPPAS), que pretende establecer una reflexión general sobre las líneas básicas que deben adoptarse para la protección integral del Patrimonio Arqueológico Subacuático.

Las prospecciones arqueológicas para averiguar la historia del fondo marino ceutí también tienen como objetivo evitar posibles expolios, ya que sabiendo dónde se encuentran los pecios hundidos resulta más fácil evitar el expolio. (Fuente: Antigua y Medieval)

26 de julio de 2010

Un sarcófago y toneladas de oro sepultados en el litoral español: "Beatriz" y "Sussex" son los navío más buscados en en el paraíso mundial de la arqueología subacuática

Poco imaginaban en el antiguo imperio egipcio que la momia del faraón Micerino, cuya imponente pirámide fue la tercera levantada en la meseta de Gizeh durante la IV Dinastía, terminaría descansando a miles de kilómetros y en el fondo del mar. Su sarcófago de basalto, de 2,6 metros de largo, se encuentra frente a las costas murcianas, en las tripas de un barco llamado Beatriz. Su descubridor en 1837, el británico Howard Vyse, pretendió llevar el valioso tesoro hasta el Museo Británico para abrirlo allí y convertir a Londres en la capital del mundo arqueológico, en dura pugna con alemanes y franceses. Pero no todo salió a gusto de Vyse y hoy centenares de cazatesoros, arqueólogos y curiosos siguen la pista de Micerino por Cartagena. 

La historia del Beatriz y de su momia es una de las muchas que existen en torno a la arqueología subacuática, disciplina a caballo entre la historia, el arte y el negocio en la que el litoral español es uno de los paraísos más apreciados y también más expoliados del mundo. 'Entre el 85% y el 90% de los yacimientos registrados han sido dañados por los cazatesoros', calcula Javier Noriega, uno de los componentes del grupo Nerea, empresa especializada en arqueología marina que surge de la Universidad de Málaga. Su empeño, y el de sus diez compañeros, es proteger el legado histórico que pervive entre algas y arena. 


El número de naufragios en aguas españolas es una incógnita, según se ha puesto de manifiesto durante el congreso de arqueología subacuática celebrado el mes pasado en Gandía (Valencia). Está casi todo por descubrir en yacimientos clásicos -fenicios, romanos y griegos- y medievales. Y por seguridad, son contadas las autoridades que manejan un mapa sobre la localización de los pecios (restos de una nave naufragada) catalogados. 

La costa catalana, una de las que ha gozado de mayor rigor en la exploración, arroja más de 700 yacimientos. En Andalucía, por su parte, se afirma que entre Ayamonte (Huelva) y Tarifa (Cádiz) duermen los restos de más de 200 barcos cargados de tesoros por un valor aproximado de 115.000 millones de euros. 

El cementerio de galeones en que se convirtió el golfo de Cádiz a partir del siglo XVI acoge a uno de los buques más deseados, el Sussex. Bandera de la flota británica hasta 1694, se hundió hasta los 800 metros de profundidad tras una fuerte tormenta en el Estrecho. En el naufragio perdieron la vida 500 marineros y se fueron a pique nueve toneladas de oro. Su valoración depende de la fuente consultada: entre 1.000 millones y 4.000 millones de euros. 

Más allá del interés económico que mueve a Gobiernos y empresas, los especialistas han reiterado las inmersiones en aguas gaditanas en busca de restos de la batalla de Trafalgar, librada entre franceses, ingleses y españoles en octubre de 1805. 


La Unesco cataloga como yacimiento subacuático cualquier barco con más de un siglo bajo el mar. Javier Noriega, de Nerea, opina que debe protegerse cualquier nave hundida con valor histórico: '¿Un buque de la Guerra Civil no tiene valor arqueológico?', se pregunta el experto. 

Para este tipo de profesionales, tres son las principales amenazas que se ciernen sobre los restos de naufragios o batallas: expoliadores, obras civiles y el abandono de la Administración. 

Entre los arqueólogos existe quien defiende que los restos deben protegerse, estudiarse y dejarse donde los ancló el infortunio, sacando a la luz sólo los materiales metálicos (monedas, armas, etc.) y la cerámica. Una corriente contraria aboga por extraer también las estructuras de los navíos para exponerlos en museos. En lo que coinciden unos y otros es en la necesidad de legislación, inversión en tecnología e investigación y medidas para proteger el patrimonio que se esconde en las profundidades. 

'Wasa', del fondo marino a un museo tras el tesoro 
Más allá de las complicaciones técnicas de sacar un pecio a la superficie, el mantenimiento al aire libre de un barco naufragado es extremadamente complicado. Cada uno de los materiales que han sobrevivido bajo el agua debe ser tratado hasta su estabilización. 

Uno de los buques más célebres que tuvo un final fatal fue el sueco Wasa. Su naufragio ocurrió en 1628, en el mar Báltico, cuando acababa de ser botado. El Wasa fue sacado a flote en 1961 y hoy descansa en un museo levantado en torno a él, el Wasa de Estocolmo. Sus tablas precisaron años de tratamiento a base de polieliteno glicol, un producto ceroso que penetra muy despacio en la madera y sustituye al agua salada. 




España mantiene un acuerdo con la Unesco para la investigación de los restos de la batalla de Trafalgar, pero la voz del organismo es clara al desaconsejar que los yacimientos salgan del agua. Sólo en caso de peligro de robo o destrucción estaría de acuerdo en arrancar los tesoros del abismo. 


Tras el tesoro 
• Un detector de objetos mediante vibraciones de alta frecuencia y cámaras que aguanten la presión son los elementos fundamentales para localizar un yacimiento subacuático. Una vez encontrado, será fundamental para la investigación que haya permanecido oculto a piratas y curiosos. 

• La última gran operación de la Guardia Civil contra una banda de expoliadores fue culminada en mayo con la detención de siete personas. El cabecilla consultaba la ubicación de los naufragios en libros de historia. 

• La mayor firma cazatesoros del mundo tiene sede en Tampa (Florida), se llama Odyssey Marine Exploration y es bien conocida en España por su empeño en sacar el Sussex del Estrecho. La compañía cotiza en Bolsa con una capitalización de 145 millones de dólares.





Articulo extraido de: error98.blogspot.com

6 de junio de 2010

ARQUEOLOGÍA SUBMARINA. Entrevista con Luis Valero: "Hay oro hundido como para acabar con la crisis"

Luis Ángel Valero Bernabé (Madrid, 1954) es un buscador de tesoros. Asegura Valero que los lingotes de oro y plata que cargan los más de 3.000 barcos hundidos en las costas españolas servirían para poner fin a la crisis de la economía española. Así, de un plumazo.

Sólo el 'HMS Sussex', un buque de bandera inglesa de 48 metros de eslora, 80 cañones y 560 marineros a bordo, naufragado frente a Gibraltar en 1694, podría darle una buena alegría a la Hacienda pública. El navío cargaba nada menos que 10 toneladas de oro y 100 de plata, en hermosos lingotes, destinados a comprar la fidelidad del duque de Saboya en la guerra contra Francia. El valor se estima en más de 500 millones de euros. Y, eso por no hablar de los famosos galeones de Rande, hundidos en 1702 frente a la bahía de Vigo con riquezas fabulosas. Tanta fama tenía aquel tesoro, tapado hoy bajo miles de toneladas de lodo, que Julio Verne hizo que el capitán Nemo enviara a Rande a los tripulantes del 'Nautilus' para aprovisionarse de oro en sus '20.000 leguas de viaje submarino'. La semana pasada, durante la presentación de una novela de ficción, el anuncio del improbable hallazgo en esas mismas aguas gallegas del galeón 'Santo Cristo de Maracaibo', cargado con el oro de la flota de Indias, volvió a colocar en el primer plano de la actualidad la riqueza del patrimonio sumergido español.
«Sólo en el interior de los galeones de la época colonial, de 1492 a 1898, calculamos que hay unas 800 toneladas de oro y 12.000 de plata, oro suficiente como para acabar con la crisis en España», insiste Valero apoyándose en los estudios de su colaborador Claudio Bonifacio, investigador en el Archivo de Indias y autor del libro 'Galeones con tesoros', obra en la que se ofrece una exhaustiva información sobre cientos de pecios, su carga y su supuesta posición.
Tratar de rescatar alguno de esos buques no sería tarea fácil. Aunque la mayoría, por no decir todos los naufragios, están bien documentados en los archivos. Eran barcos del Rey, llenos de riquezas de la Corona y de particulares, por lo que su pérdida era una cuestión de Estado. Lo cierto es que, pese a su número, no hubo demasiados naufragios si tenemos en cuenta que cada año, durante dos siglos y medio, atravesaban el Atlántico convoyes de una docena o más de galeones sobrecargados, que navegaban por estima y no disponían de más previsiones meteorológicas que la experiencia. Por eso mismo, los avatares del naufragio, los testimonios de los supervivientes, las posiciones, las circunstancias y el manifiesto de carga aparecen anotados por los escribanos de la Corona con su picuda letra cortesana.
Valero conoce la lista completa de pecios españoles. Y es como para ponerse a soñar de inmediato con lingotes, monedas, esmeraldas y cadenas de oro. Anoten: la nao 'Santa Cruz' se hundió en Zahara de los Atunes en 1555. En ese mismo año se fue a pique en la playa portuguesa de Buarcos y Carrapateira la 'San Salvador'. En 1563 se hundió en Bahamas la capitana de la Flota de Nueva España. En 1589, en la playa de Troia (Portugal), desapareció la nao 'Nuestra Señora del Rosario'. En 1600, el 'San Diego' zozobró en Cavite (Filipinas) ante el ataque de una flota holandesa (este barco ha sido excavado y parte de sus restos están en el Museo Naval).

Sigan apuntando: 'San Roque', 'Santo Domingo', 'San Ambrosio', 'Nuestra Señora de Begoña', 'Nuestra Señora de los Remedios' (en Zacatula, México), la nao 'San Antonio' (costa de Tabasco), el 'Nuestra Señora de Atocha', hundido por un huracán en Florida, la almiranta de la Flota de Nueva España, 'Nuestra Señora de la Concepción', la almiranta de la Armada de Tierra Firme, 'Nuestra Señora de las Maravillas'... Miles de millones de euros hundidos en el mar a la espera de rescate. Miles de millones de lecciones de historia a la espera de que alguien se ponga las gafas de bucear y se anime a leerlas... (Diario Montañéshttp://www.eldiariomontanes.es/v/20100606/sociedad/destacados/hundido-para-acabar-crisis-20100606.html

25 de abril de 2010

Posible hallazgo del navío "Santísima Trinidad", hundido en la batalla de Trafalgar en 1805

El “Santísima Trinidad”, navío insignia de la flota española en el siglo XVIII y que se hundió en la batalla de Trafalgar en 1805, podría haber sido hallado a ocho leguas de la costa gaditana por un buque hidrográfico en una demostración con un sonar de barrido lateral.



Vicente Carrasco, director comercial de SIMRAD SPAIN, S.L., empresa dedicada a la hidroacústica marina que el pasado 23 de junio hizo una demostración a bordo del buque Malaspina por las costas de Cádiz, ha informado que podría haber sido hallado el “Santísima Trinidad”, buque insignia de la flota española en el siglo XVIII hundido durante la batalla de Trafalgar.

El navío de 61 metros de eslora era el único de su época con cuatro puentes
 y capacidad para 1.070 tripulantes.

“Tanto la posición como la dimensiones del buque coinciden con el Santísima Trinidad”, ha afirmado Carrasco quien no obstante ha señalado que es el Ministerio de Defensa el que tiene que confirmar el hallazgo tras una inspección visual con un robot. El descubrimiento del “Malaspina”, provisto con un sonar, revela en imágenes acústicas y sombras del fondo marino que hay un buque “perfectamente reconocible tendido en el fondo” y que podría tratarse del “Santísima Trinidad”, un hallazgo que ya ha confirmado la Universidad de Cádiz y el Instituto Hidrográfico de la Marina.



Carrasco ha explicado que las referencias históricas indican que el Santísima Trinidad se hundió en la batalla de Trafalgar a ocho lenguas de la costa de Cádiz, por la zona de Barbate, una situación que coincide “al cien por cien” con la sondeada a un centenar de metros de profundidad.

Fué conocido como "El Escorial de los mares"



En julio de 1779, cuando España declara la guerra a Gran Bretaña junto a Francia en apoyo a las colonias norteamericanas en su Guerra de la Independencia, el “Santísima Trinidad” fue el buque insignia de la flota española, y tomó parte en las operaciones en el canal de la Mancha a finales del verano de ese año. Pero, sobre todo, se le recuerda por su trágico final en la batalla de Trafalgar, en 1805, donde tras una dura lucha fue capturado por los ingleses en muy malas condiciones, con más de 200 muertos y 100 heridos.

Via: elimparcial.es
El buque fue construido en La Habana en 1769 y era el buque de guerra más grande construido en aquel momento con más de 61 metros de eslora y 16,59 de manga. Por estas cifras se le conocía como “El Escorial de los Mares”, aunque tras ser probado en alta mar, se dieron cuenta de que sufría de varios desperfectos que fueron corregidos en los astilleros de Ferrol y Cádiz. Tales fueron las modificaciones ejecutadas que se convirtió en el único navío del mundo que contaba cuatro puentes, con una tripulación de 1.071 plazas.