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22 de julio de 2011

Los sondeos confirman que el teatro romano de Cádiz se construyó en el S. I a.C.

Las excavaciones arqueológicas que se vienen desarrollando desde hace casi un año en el Teatro Romano de Cádiz por parte de la Junta de Andalucía en colaboración con el área de Arqueología de la Universidad de Cádiz (UCA), han permitido situar la fecha de construcción del mismo a finales del siglo I antes de Cristo.
Vista aérea del teatro romano de Cádiz.

   Según han explicado en rueda de prensa el delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz, Manuel Jiménez Barrios, la delegada provincial de Cultura, Yolanda Peinado, y responsables de las excavaciones de la UCA, hasta que estos sondeos arqueológicos han venido a constatarlo, sólo se tenía constancia de la fecha de construcción del teatro a través de referencias literarias.

   Otros aspectos destacados de estos trabajos son, entre otros, que el Teatro Romano de Cádiz estuvo unos 200 años "a pleno rendimiento" y que se ha encontrado la grada de los nobles.

   Detallan que gracias a los sondeos se han documentado íntegramente siete gradas de la 'ima cavea', de las cuales sólo se conserva la cimentación en sillería del graderío. También se ha documentado un pasillo y el asiendo de una barandilla de separación entre el graderío propiamente dicho y los asientos más nobles del teatro.

   La cimentación se conserva prácticamente completa tanto al este como al oeste del área de excavación, permitiendo la total restauración de las zonas vacantes en el futuro.

   Durante el desarrollo de la intervención se han exhumado unos 500 sacos de materiales muebles con miles de artefactos cerámicos y biofactos, entre los que se destacan abundantes cerámicas medievales almohades de diversa procedencia y factura.

   Aunque de época romana ha aparecido un menor número de materiales, destacan la cantidad y variedad de placas marmóreas que dan prueba de la riqueza que el monumento tuvo que atesorar en su programa decorativo, así como del intenso expolio que el monumento vivió desde su abandono. Destacan tres columnas de ónice africano, un casetón, una cornisa de mármol blanco italiano y una veintena de fragmentos de inscripciones funerarias.

   La intervención arqueológica, una vez ultimada, dejará al descubierto un 30 por ciento más de la parte actualmente visible del Teatro Romano.
(Fuente: Europa Press)

17 de julio de 2011

Joya visigoda abandonada en Barbate (Cádiz)



Tras ser sometida a un riguroso proceso de recuperación, la ermita de San Ambrosio fue dejada a su suerte en 2004

Enclavado en pleno pinar de la Breña, un paraje de singular belleza a medio camino entre la carretera que lleva de los Caños de Meca a Barbate, se levanta una de las joyas del visigodo del sur peninsular: la ermita de San Ambrosio.

 Una minuciosa obra de rehabilitación llevada a cabo en dos fases -del 98 al 2000 y de 2002 a 2004- logró sacarle todo el brillo arqueológico y constructivo, de cara a su inmediata puesta en valor. Pero, incomprensiblemente, hoy día está abandonada a su suerte y al designio de las vacas que, literalmente, pastan allí a sus anchas. Y es que en la actualidad esta propiedad del Obispado de Cádiz y Ceuta está arrendada y es objeto de pastoreo.

Así lo lamenta la arqueóloga que dirigió la excavación, Paloma Bueno, quien asegura que se le parte el alma cuando regresa por el que fue el centro neurálgico de su trabajo durante estos cuatro años que duró la intervención, junto a las dos escuelas taller que se pusieron en marcha para su recuperación.

"Lo dejamos perfecto, hicimos la obra de consolidación a través de una gran estructura enorme de metal, se limpió, se hizo el vallado, un camino de acceso y se excavó. Solo faltó techarlo". Incluso se arreglaron las naves anexas de cara a la construcción del futuro centro de visitantes. Pero la falta de entendimiento entre administraciones o la propia desidia y falta de interés que este tipo de iniciativas culturales despiertan en este país, y en esta provincia, hicieron el resto. Y eso que fue en época de bonanza económica.

¿El resultado? Puede verse en las fotos. Un bien patrimonial -fue declarado BIC en 2004- dejado a su suerte, inmerso en la vegetación que salvajemente aflora sobre el terreno y cuyo máximo fin es servir de alimento a los bóvidos. Animales que, por cierto, pisotean los restos romanos que encuentran a su paso, ya que bajo a la ermita yace una villa romana y detrás, la necrópolis.

Y no queda aquí la cosa. Según asevera la arqueóloga, una enamorada de este bello rincón al que regresa cada vez que puede, "hay restos que dejamos en el terreno porque no pudieron ser depositados en el Museo de Cádiz que han desaparecido. Aquello quedó vallado y cerrado". Pero los candados están rotos, entregando este bien a la total desprotección.

 Haciendo recuento, la coqueta ermita fue sometida a dos intervenciones de rehabilitación y de consolidación con la puesta en marcha de la Escuela Taller de San Ambrosio I y II, en una actuación que promovió la Mancomunidad de la Janda con la colaboración del Obispado de Cádiz como propietario, el Ayuntamiento de Barbate y el INEM, que subvencionó el proyecto. Este trabajo fue concebido como un proyecto multidisciplinar integrado por diferentes grupos de albañilería, carpintería, recursos forestales, turismo rural y el módulo de auxiliar de arqueología que lideró la propia Paloma Bueno.

El fin era rehabilitar la ermita y su entorno, para lo que se realizó el Proyecto de Intervención Arqueológica de Urgencia que fue aprobado por la Delegación de Cultura en abril del 99 con el fin de realizar las investigaciones arqueológicas previas a los trabajos de restauración. "Fue un trabajo muy gratificante y en el que colaboró mucha gente", rememora.

Concretamente, durante los dos primeros años se llevó a cabo la eliminación de construcciones anexas derruidas, se excavó parte de la necrópolis y la villa romana -tanto en el atrio de la ermita como en la trasera- y se localizaron importantes restos constructivos como columnas, mosaicos, pintura mural, cerámica, vidrio y numismática. La segunda escuela taller trabajó en el apuntalamiento de los arcos, el estudio paramental, ejecución del cerramiento, recuperación del acceso, mejora del entorno e instalación de paneles.

Fue tal el fervor que despertó en su momento, que el Ayuntamiento de Barbate le otorgó el nivel de protección integral, propio de los yacimientos que deben ser conservados para su estudio y disfrute cultural público. Pero de nada sirvió, ya que ni Obispado, ni Junta, ni Ayuntamiento de Barbate ni Mancomunidad de Municipios de la Janda velan hoy por su salvaguarda. La de una joya visigoda abandonada.
Foto: Imagen actual de la ermita de San Ambrosio, totalmente desprotegida y rodeada de vegetación, tras su abandono en 2004, cuando concluyó la segunda Escuela Taller encargada de su rehabilitación.

(Fuente: Diario de Jerez)

14 de febrero de 2011

Los 16 cañones hallados en Cádiz pudieron estar asociados a las murallas que rodearon la ciudad hasta principios del S. XIX

La Consejería de Cultura ya ha trasladado a las instalaciones de Navantia en Puerto Real los dieciséis cañones hallados durante las obras de construcción de un aparcamiento, para emprender allí los trabajos de restauración de estas piezas. Los cañones de hierro miden entre dos y tres metros, pertenecen a distintas fechas de entre los siglos XVIII y XIX y supuestamente están asociados a las murallas que rodearon Cádiz hasta principios del siglo XIX, según ha informado la Delegación Provincial de Cultura.
Las piezas, de tres calibres distintos,  se encuentran en buen estado aunque a algunas les faltan partes como cascabeles o muñones.
Un operario trabaja en la desconcreción de los cañones.
Los 16 cañones hallados en las obras de Canalejas y que ahora se someten al proceso de consolidación que dirige desde las instalaciones de Navantia el arqueólogo, historiador e Ingeniero Naval, Antonio Ramos Gil, son de tres calibres diferentes. "De a doce, a dieciocho y a treinta y cuatro libras" puntualiza antes de explicarlo. "El calibre se nombra en función al peso de la bala que se dispara", comenta este experto en este pesado material de artillería. No en vano dedicó varios años de su trayectoria a la investigación de cañones, para afrontar la tesis que realizó sobre cañones y esquinales de hierro fundido.

Aparte del calibre, apunta que el peso de cada uno oscila entre 1.800 y 2.200 kilos y la longitud, entre 2.10 y 3.20 metros. Son las características técnicas de las que a priori habla el arqueólogo, ya que aún no se ha procedido a un estudio en profundidad. Lo que sí han comenzado son las labores de limpieza. "Ahora estamos en la fase de desconcreción de los cañones". Un sistema que se está realizando acorde al tipo de pieza que es. "Se trata de un producto industrial y por tanto hay que tratarlo dentro del ámbito de la arqueología industrial", dice. 

Desconcreción
Concretamente, se está realizando la desconcreción de toda una serie de cantos rodados, trozos de ladrillo, arena y cal. "Han estado dos años a la intemperie y se ha producido un proceso de oxidación posterior a la exhumación del yacimiento", señala. "Esto nos va a complicar la tarea, pero se consigue con una serie de medios mecánicos para que se produzca el descascarillado". Después se utilizan técnicas de aire a presión. "Se hace mediante chorreo de arena o de granalla". Eso sí, comenta, "se trata de un granallado suave que no deteriora el material".

Una vez limpio de lo adherido se llevará a cabo la imprimación antioxidante, que permite "transformar el posible óxido en una especie de pavonado negro". Posteriormente llevará una mano de imprimación en negro y, por último, se le dará una impermeabilización con un barniz de poliuretano, "aunque aún tenemos que hacer pruebas". Un proceso que se llevará a cabo tanto en el exterior como en el interior, el ánima, donde se estudiará la posible existencia de vestigios de la época como cerámica o monedas. 

Son los pasos necesarios, explica el experto, para protegerlos de las inclemencias meteorológicas, una vez que vuelvan a lucir al aire libre. Y aunque todavía se desconoce en qué fortaleza, baluarte o espacio se harán hueco, sí que aconseja dotarlos de la cureña o el carro de cuatro ruedas en que originariamente se apoyaban estos cañones.

19 de diciembre de 2010

REPORTAJE: La Basílica de Baelo Claudia (Cádiz)

La ciudad romana de Belo, que alcanzó rango de municipio con el emperador Claudio, es una buena muestra de la evolución experimentada por la ciudad hispana de tipo medio a lo largo del siglo I d.C. Las investigaciones arqueológicas han permitido precisar la cronología de un programa monumental en constante evolución durante más de medio siglo. Esta evolución hizo que esta ciudad costera, cuya importancia radicaba en el comercio de salazones, transformara su fisonomía mediante la construcción de un foro que puso fin a edificaciones anteriores.
El Foro en Baelo Claudia.


La organización general de este conjunto arquitectónico, limitado al sur por el decumanus máximus, consta de los componentes básicos que definen un modelo canónico de foro, es decir, un sector religioso y una basílica ocupando una situación extrema, enfrentados entre sí y separados por una plaza enlosada, limitada lateralmente por sendos pórticos. El área sagrada estaba ocupada por tres templos que se abrían a la plaza ofreciendo una amplia sensación de dominio sobre todo el espacio del foro.


La basílica

Vamos a analizar en este breve artículo el edificio de la basílica, sede de la función judicial a escala local; los magistrados locales, losduoviri, eran competentes en causas menores de asuntos civiles y mercantiles, siendo juzgados por el gobernador y sus legados los casos de mayor relevancia. El edificio se debió construir entre las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo I de nuestra era. En su lugar parece que existía otro gran edificio, también de carácter público.


Tanto por su volumen como por su ejecución, puede considerarse uno de los edificios más importantes de Baelo Claudia. Se alzaba en dos plantas, de sólida construcción, a base de sillares y muros de hormigón con caras vistas de mampostería recubiertas de estucos, muy probablemente pintados hacia el interior. El orden en el que se ejecutó era el jónico.
La basílica de Baelo Claudia.

La planta es rectangular, de 35,5 por 19,5 metros. Su interior se organiza en una columnata de veinte unidades, que estructura y diferencia el espacio en una gran nave central y otras dos más estrechas a ambos lados. Serían éstas en las que habría doble piso, quedando para la central el habitáculo de mayor altura.

El acceso se realiza a través de tres puertas desde el foro y tan sólo una desde la pequeña plaza que se abre al decumano máximo. El ingreso al piso superior debió realizarse por una escalera adosada interiormente al muro que cierra el edificio por el oeste, bajo la cual se abren tres pequeñas dependencias, comunicadas entre sí y con una sola puerta de acceso desde el exterior del edificio, a través del callejón situado entre el mercado y la basílica.

En los muros interiores del edificio se encuentran unos bancos, construidos a base de rebajar el espesor del propio muro y revestidos con asientos de placas de mármol. La tribuna desde la que los magistrados impartían justicia, estaba situada a un extremo distal del edificio, y, ocupando un destacadísimo lugar, se alzaba un podiumde piedra revestida de mármol, sobre el cual se alzaba la monumental escultura del emperador Trajano, ataviado con vestimenta de magistrado, tributo de la población de la ciudad al mandatario nacido en Itálica.
(Fuente: Mediterráneo Antiguo/Eduardo Barragán y Mario Agudo Villanueva)

30 de noviembre de 2010

Técnicos de la Universidad de Cádiz documentan diez nuevos hallazgos arqueológicos en Ceuta

Recientes prospecciones arqueológicas desarrolladas por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cádiz han permitido la localización de diez nuevos yacimientos arqueológicos y un total de ocho hallazgos aislados en la zona occidental de la Ciudad Autónoma de Ceuta. La presente campaña, codirigida por los profesores José Ramos Muñoz y Darío Bernal, así como por el arqueólogo Eduardo Vijande, ha sido posible gracias al convenio firmado entre la Universidad de Cádiz y la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Miembros de la Universidad de Cádiz en los terrenos de Benzú
Junto a los codirectores, las labores de campo han sido acometidas por Juan Jesús Cantillo, becario predoctoral del Instituto de Estudios Ceutíes; Antonio Cabral, Macarena Lara y Jesús Toledo, arqueólogos-doctorandos de la UCA; Delia Escalón, arqueóloga; los estudiantes, Luigi Lafasciano, África Bustamante y Antonio Barrena; así como el técnico Ángel García, además de voluntariado de la ciudad de Ceuta.
En esta campaña se han documentado una decena de nuevos yacimientos arqueológicos, de los que tan sólo uno corresponde a época medieval (Loma del Tío Díaz V) y los restantes a la Prehistoria. De estos últimos, la mayor parte se adscriben al Paleolítico Medio (Calamocarro, Altabacal, Punta de la Cabeza, Casa de Zapatero III, IV y V y Topete). Igualmente, se ha localizado un yacimiento adscribible a la Prehistoria Reciente y un yacimiento con industria lítica de tipo Ateriense, lo que constituye una gran novedad al confirmarse la ocupación humana de este territorio durante el Paleolítico Superior.
En total, se han recogido más de 70 productos arqueológicos, algunos de gran calidad como raederas simples, raederas convergentes, láminas de borde abatido, puntas aterienses, etc. Hay que destacar la localización de nuevas cavidades en la zona de Benzú, que presentan gran potencialidad de investigación para el futuro. En relación al Abrigo de Benzú, con cronologías entre 300 mil y 70 mil años, es importante la documentación de numerosos yacimientos del Paleolítico Medio, que ayudarán a comprender mejor la movilidad de estos grupos de cazadores-recolectores. La ubicación de la mayor parte de estos asentamientos en la zona litoral acentúa, más si cabe, la importancia que para estos grupos debió tener la explotación de los recursos marinos.

9 de noviembre de 2010

REPORTAJE: La expedición de un grupo de arqueólogos gaditanos que dieron con el hallazgo del Teatro romano

A los niños de Cádiz, desde tiempos pretéritos, se les ha explicado una leyenda según la cual el suelo, por debajo de la capital, está minado de galerías y pasadizos subterráneos y que por el nivel inferior también se puede recorrer toda la ciudad. En las leyendas populares se narra las historias de niños perdidos en esas cuevas, de moros que aún habitan bajo tierra, adueñados de unos pasadizos por los que se mueven libremente como si viviesen en un mundo paralelo al nuestro. Pero hay otras muchas historias que narran proezas acaecidas durante pasados asedios militares a la ciudad, de oscuros prostíbulos atendidos por turbias matronas a los que concurren enigmáticos personajes; se atribuye también al subsuelo un continuado tránsito de contrabando de los materiales y productos más insospechados

El barrio de El Pópulo asistió hace treinta años a uno de los momentos más revolucionarios de su historia. Uno de los pozos verticales del alcantarillado de la ciudad situado en la antigua fundición de Vigorito se convirtió en un improvisado túnel del tiempo que conectó vía directa con el teatro de Gades. El que Balbo proyectó sobre aquella -empezaba a intuirse- importante urbe.

De aquí partió la primera expedición que un grupo de jóvenes arqueólogos y colaboradores del Museo de Cádiz emprendió prácticamente a ciegas hasta esta otra dimensión del pasado histórico de la ciudad que, por aquel entonces, nadie sospechaba alcanzar. 
Inicio de la expedición, prácticamente a ciegas.

Francisco Ghersi, Antonio Sáez y Francisco Giles fueron los primeros testigos privilegiados de este hallazgo sin precedentes en la arqueología gaditana, nacional e internacional. El que constató el hallazgo del primer gran testimonio monumental del pasado de la ciudad. 

Juntos bajaron por aquel angosto y largo túnel mediante dos escaleras de madera atadas entre sí que les transportó a una galería abovedada prácticamente colmatada de relleno de los talleres Vigorito. Así lo rescata de su memoria Francisco Ghersi, entonces militar de artillería, cuyos conocimientos de topografía fueron cruciales a la hora de determinar la existencia de Teatro Romano. "Todavía se me pone la piel de gallina cuando recuerdo el momento en que bajamos a esta galería semicircular. Al principio no lo tuve claro, hasta que vi en una de las naves laterales una pequeña cantidad de Opus signinum. Se trataba del mortero que usaban los romanos y que podría corresponder a una de las lucernas del pasillo", explicaba, visiblemente emocionado, como si hubiera ocurrido ayer. 

Fue en este momento cuando vio la luz. Gracias, eso sí, a los equipos de espeleología que tanto él como su compañero de batalla Francisco Giles aportaron, como grandes aficionados a la materia, para hacerse hueco, "prácticamente a gatas", por aquel espacio relleno de escombros, restos y desechos.
Boca de acceso a las galerías.

"Cuando nos percatamos de qué se trataba, nos quedamos asombrados. Yo tenía una formación clásica, ya que venía de excavar en Ampurias, donde estuve seis años", comenta Giles. "Así que cuando pudimos ver los paramentos, sillares, la galería semicircular abovedada... nos dimos cuenta de que no se trataba de las contraminas de la época de los asedios", tal y como se sospechaba. 

Ni contraminas, ni cloacas medievales, ni cuevas de María Moco, como bien recogen los numerosos textos populares en referencia a estos recovecos subterráneos que subyacen en la ciudad. Era el Teatro Romano de Gades. 

Un monumento que salió a la palestra en medio de un proceso de expropiación en que estaba inmerso el barrio de El Pópulo con el fin de recuperar la Alcazaba medieval. Trámite que inició en 1972 la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia y que perfila, al detalle, el entonces director del Museo de Cádiz, Ramón Corzo, que de nuevo se situó al frente de uno de los mayores retos arqueológicos a los que se enfrentaba Cádiz.
  • La expedición significó el hallazgo del teatro romano que ya presumía ser "el más antiguo y grande de Hispania", comenta Corzo. 
Y es que apenas habían concluido en el Museo las labores de vaciado de arena del sarcófago antropoide femenino hallado un mes antes, cuando, de repente, afloró este gran testigo del pasado monumental de Cádiz. Un teatro que ya presumía ser "el más antiguo y grande de Hispania", comenta Corzo. 
La galería les condujo hasta las graderías del teatro romano.

"El hallazgo no fue casual", comienza. "El decreto del Ministerio declaró de utilidad pública buena parte del cuadrante del sudeste del Pópulo, aunque en los 80 sólo se había ejecutado una pequeña zona", explica. Concretamente, un solar de la calle Silencio, 9 y una parte de la manzana que ocupaba el taller de Vigorito. Justo este año el Ministerio solicitó a Corzo la excavación del solar para comprobar si, efectivamente, "merecía la pena seguir la expropiación". 

Así que en agosto se pusieron manos a la obra con los primeros sondeos. Labores que comenzaron en el famoso solar de Silencio, 9, "una casa sin ningún interés porque estaba arruinada ", recuerda. 

Pero los primeros esfuerzos quedaron en saco roto. "No había nada, así que nos dedicamos a rastrear todos los edificios de alrededor que ya estaban expropiados y desalojados". Concretamente la Casa del Patio Mudéjar y del Dean Rajón, que comunicaba con el sótano de Silencio, 9. 
  • En cualquier caso, el hallazgo se hizo y fue tal su dimensión que volvió del revés los planes de la trama urbana de un barrio (el del Pópulo) que en 1980 andaba sumido en la más absoluta decadencia. 
"Reconocimos los muros de este sótano, que parecía un pozo negro por el que se bajaba a una gran galería abovedada rellena". Ante la dificultad de acceso, llamaron a los colaboradores del Museo y con ellos llegó la buena nueva.

Dicen los rumores que la primera voz de alarma de la existencia de aquel 'oportuno' pozo que les transportó al mismo Gades la alzó otro de los colaboradores esporádicos del Museo, Juan Antonio Gito, al que no se le resistía ninguno de estos recovecos, a los que bajaban numerosos drogadictos de la época para pincharse.

En cualquier caso, el hallazgo se hizo y fue tal su dimensión que volvió del revés los planes de la trama urbana de un barrio que en 1980 andaba sumido en la más absoluta decadencia. 

Ghersi trazó el primer plano de aquella galería en medio de unas pésimas condiciones de visibilidad y circulación y que, superpuesto al mapa catastral del barrio, corroboraba la existencia de otros muros radiales que ya hablaban en mayúsculas de Teatro. Se sucedieron entonces, aunque a trompicones, los sondeos y excavaciones que iban destapando otras caras del monumento. 
Gradería del teatro romano de Cádiz.

Aquello coincidió con el proyecto de rehabilitación del arquitecto Suárez Cantero, que se vio abocado a un complicado replanteo administrativo dada la falta de acuerdo entre las administraciones. "Un largo proceso que no terminó de arrancar hasta 1989 -tras el pase de las competencias sobre arqueología a la Junta-, que fue cuando llegó un proyecto más ambicioso con el que se logró avanzar más". Una complicada excavación repleta de trabas en la que también tuvo un gran papel el arqueólogo Francisco Sibón, 'el rubio'.

El resultado fue la revelación de un edificio de gran armonía construido a final del siglo I a. C., en el área comprendida entre el Arco de los Blancos y las escalinatas de la plaza Fray Félix. 

Hoy puede verse un tramo de la galería y del graderío, así como numerosa filas de gradas de la summa cavea y la media cavea. Una parte de aquel Gades al que tres décadas atrás se asomó aquel pozo. Un 'improvisado' túnel del tiempo que todavía hoy pretende desvelar nuevos secretos del esplendoroso pasado romano de la ciudad.
  • "Las cuevas de Hércules"
Los túneles más antiguos pertenecen a una red de origen romano, que unía los edificios más relevantes de la neapolis de Gades diseñada por la poderosa familia de los Balbos, cuya relación con Julio César fue muy cercana y provechosa. En esos momentos de cambio de era los patricios adquieren la ciudadanía romana y la ciudad recibe el título de “Municipium Civium Romanorum”. Muy pronto se comenzará el acondicionamiento y la habilitación turística de las entrañas de Cádiz con el nombre de Cuevas de Hércules. Los estudios realizados constatan la existencia de hasta seis kilómetros de galerías subterráneas bajo la ciudad con alturas entre 1,80 y 3,50 m,
(Fuentes: Diario de Cádiz y Exire)

4 de noviembre de 2010

Divulgación: El barrio gaditano del Pópulo tomó forma gracias al teatro romano y al castillo

La localización en octubre de 1980 del teatro romano dentro de la ciudad medieval (actual barrio del Pópulo) marcaría un antes y después en la historia de la arqueología gaditana. Ésta hasta entonces se movía, en lo relativo a los núcleos habitados de Gadir y Gades, dentro del ámbito de las hipótesis y de las tradiciones. Pero sería el hallazgo de aquel antiguo edificio el que lo trastocaría todo e indujo a una revisión documental que abriría un sinfín de posibilidades. Curiosamente y sobre su solar, en la Plaza de los Escribanos había excavado Juan de Mata Carriazo sin conseguir llegar a niveles romanos en agosto de 1960, azar del destino que quiso que su localización esperara todavía veinte años más.
  • Durante la época musulmana las galerías del teatro romano de Cádiz se utilizaron como habitaciones y su subsuelo para la contención de las aguas pluviales

El teatro romano de Cádiz no se halló hasta 1980.
Con la identificación de este importante edificio romano comenzó a tomar sentido referencias bibliográficas como la que hiciera el historiador Agustín de Horozco allá a finales del siglo XVI quien afirmaba que el Castillo de Cádiz se levantaba sobre "unos antiquísimos y muy fuertes cimientos", y además sabemos del aprovechamiento de sus galerías durante la época musulmana como lugar de habitación y su subsuelo como freático artificial contenedor de aguas pluviales, aún está por excavar y descubrir el aljibe del castillo que no debe ser más que el aprovechamiento de otra de sus galerías.
  • Es posible que el aljibe del castillo medieval aprovechara otra de las galerías del teatro romano
Pero un detalle estamos dejando pasar desapercibido y creemos no podemos olvidar, y es la íntima relación o simbiosis que se ha dado en concreto entre el Castillo de Cádiz medieval y el teatro romano, de forma que uno no se puede explicar sin el otro o sólo explicaría la mitad de su historia y trayectoria. 

Si Gadir en la antigüedad fue sinónimo de fortaleza, este mismo sentido resurge en la Edad Media con la construcción a finales del siglo IX de un hisno castillo que aún sin nombre se le refiere como "del teatro" precisamente por ser el edificio sobre el que se alzaba. Pero éste le era además útil para contener agua en sus aljibes sirviéndole además para la defensa, lo que diera lugar a que en torno a su abrigo se fue configurando el núcleo de población que recuperaría la denominación de Qadis, ya hacia el siglo XI. De hecho es una organización defensiva medieval única en el occidente y sólo se da una estructura similar en Oriente Medio, en la ciudad de Bosra.

  • El cuerpo del teatro romano y el castillo han condicionado el urbanismo actual del barrio del Pópulo

Galerías del teatro romano.


Con ello podemos pensar si pudo existir un barrio del Pópulo tal como lo conocemos sin el teatro romano; la respuesta puede ser afirmativa, pero con toda seguridad no sería el mismo. Su cuerpo; su pequeño territorio está condicionado por la estructura del teatro y se ha llegado a afirmar que puede ocupar hasta las dos terceras partes del total. Pero también es cierto que no podremos comprender a este antiguo barrio sin su corazón que fue su castillo, el que hiciera útil aquel territorio y que lo llevara a desarrollarse hasta los límites del Cádiz actual. No se pueden parcializar los testimonios o la historia, sería como una frase aislada fuera de contexto, la recuperación de la fortaleza gaditana sería conveniente retomarla con seriedad por parte de las instituciones implicadas. Hoy día, por ejemplo, no podríamos explicar en Córdoba la Mezquita sin la Catedral, ni la Catedral sin la Mezquita.

(Fuente: artículo de D. Juan Antonio Fierro / Historiador en El Diario de Cádiz

1 de octubre de 2010

Un enterramiento romano aparece durante unas obras en Cádiz y amplía el radio del yacimiento arqueológico de Varela

Un nuevo hallazgo confirma la grandeza del yacimiento arqueológico romano de Varela (Cádiz), corrobora su importancia y abre aún más el radio en el que se ubica. La Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía confirmó ayer la noticia del descubrimiento de una tumba de origen romano con un cadáver en un solar de la nueva Avenida de la Constitución de 1812. Los trabajos que la empresa Gyo Civil está realizando en los alrededores del antiguo colegio Carola Ribed dieron el martes un fruto que no tomó por sorpresa a los expertos. Se trata de la inhumación en fosa simple de un cuerpo que el arqueólogo responsable no tardó en poner fecha, 2000 años. El cadáver se encontró en posición decúbito supino y no se halló resto alguno de un ajuar funerario, lo indica que se trataba de una persona de clase baja.

Además, en la misma calle José Joaquín de Mora, a unos metros de los jardines de Varela, se han hallado restos de vasijas y otros objetos de uso doméstico. Insignificante para la talla del yacimiento ya explorado en la zona, pero un ejemplo más de que éste no está, ni de lejos, completamente descubierto. Hoy mismo está prevista la visita de la arqueóloga de Cultura Ana Troya para inspeccionar la obra y los recientes avances. Últimamente se le acumula el trabajo. Hace diez días se confirmaba la aparición de restos arqueológicos en unos terrenos muy cercanos a los de esta avenida, que deberá unir el segundo puente con la avenida principal de Cádiz. En esa ocasión, el técnico de Procasa, Francisco José Blanco, destacaba la localización de tres enterramientos romanos, dos incineraciones y una inhumación en fosa simple. Además, la excavación del suelo que se convertirá en la base de dos bloques de viviendas de V. P. O., dejó al descubierto varias ánforas, jarras, cuencos, platos y restos óseos de un animal calcinado. Tanto en este caso como en el de la última tumba hallada, los técnicos proceden al estudio de los restos, previo a su traslado al Museo Provincial.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Cádiz acomete estos días unas obras para poner en valor la cisterna romana aparecida en las excavaciones del Teatro de Títeres de la Tía Norica.

25 de septiembre de 2010

Arqueología: Los secretos de la Dama de Cádiz

A cada genio le corresponde una obsesión. Un teorema, una fecha, una clave, una nota, un color. La del arqueólogo Pelayo Quintero Atauri tenía forma de mujer. Desde que llegó a Cádiz, en 1904, su principal empeño había sido encontrar la réplica femenina del sarcófago fenicio que ejercía de estrella central del Museo. Aunque excavó necrópolis púnicas y romanas, recuperó joyas de oro de los ajuares funerarios de los hipogeos, urnas, ánforas, ungüentarios y lucernas, e incluso estableció la primera tipología exhaustiva de enterramientos gaditanos, Pelayo Atauri se 'autoexilió' a Tetuán en 1939 con esa obsesión intacta. Nada. Ni rastro de la chica que buscaba.

El 26 de septiembre de 1980, en un solar de la antigua calle Ruiz de Alda, los dientes metálicos de una excavadora quebraron lo que parecía una enorme placa de mármol. El operario introdujo la mano en uno de los huecos y extrajo trozos de hueso. Avisó a las autoridades. Pero era el mediodía de un viernes, y Ramón Corzo, tras ordenar que se paralizaran las obras, pospuso la visita de inspección hasta después del fin de semana.
Cuando, el lunes siguiente, acompañado de buena parte de su equipo, Corzo descubrió, tallada en la piedra, la serena belleza de un rostro de mujer, se dio cuenta de lo maquiavélico que puede llegar a ser el destino: el sarcófago estaba justo debajo de la casa de Pelayo Quintero. Las raíces de las palmeras que el arqueólogo ordenó plantar para darle sombra al patio habían terminado, buscando el asiento húmedo del terreno, por sortear la tapa y calar en el poso último de los restos.
La anécdota adquiere, así, el significado de una fábula con moraleja. Felipe Benítez Reyes escribe en 'Mercado de Espejismos': «Quintero Atauri tuvo, en fin, un sueño, pero nunca supo que dormía sobre ese sueño.. Jamás se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada día de nuestra existencia, aunque la mayoría de las veces esa tierra pisoteada es el único tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo».
El potencial literario del asunto era tal que Fernando Quiñones le dedicó un cuento ( 'Los perdedores'), y Pilar Paz Pasamar, algo más tarde, otro.

Casi todos los grandes descubrimientos llevan aparejada su dosis de leyenda, y han contado con el concurso de la suerte o la casualidad. Pero en muy poquitos de ellos el relato es tan redondo, tan eficaz, que acaba por encubrir la verdadera dimensión científica del hallazgo.
El precedente
Los sarcófagos antropoides de Cádiz son los únicos ejemplares de ese tipo encontrados hasta la fecha en España. En toda Europa sólo existen, además de los que se exponen todavía juntos en el Museo Provincial, algunos (de peor calidad) en Sicilia. La mayoría de los investigadores piensa que las piezas gaditanas son importaciones del Mediterráneo Oriental o del sur de Italia, lo que confirmaría el destacado papel de Gadir en el mundo fenicio. No obstante, también hay quien ha defendido la presencia de un taller local. En cualquier caso, está claro que las personas que podían permitirse el lujo de ser enterradas en este tipo de sarcófagos pertenecían a la clase dirigente, pese a que los ajuares que poseían fueran muy escasos. El propio contenedor del cuerpo era por sí solo un elemento de prestigio al alcance de muy pocos.
El hallazgo del sarcófago antropoide masculino se produjo de manera casual, como consecuencia de los desmontes realizados en Punta de la Vaca, en 1887. Este descubrimiento fue el que llevó a pensar a Pelayo Quintero, años más tarde, que esa pieza no podía ser única en Cádiz. La que despertó su interés y fijó su obsesión.
En la tapa del sarcófago femenino que encontraron Corzo y su equipo se distinguían claramente los rasgos físicos de una mujer. La cabeza, en altorrelieve, corresponde a una joven peinada con tres filas de bucles en forma de bolas. Los ojos grandes, los párpados gruesos, la nariz recta y la boca simple le dan un aire hermoso y sereno. El cuello queda marcado por una pequeña depresión que imita el borde superior de la túnica. La poca policromía que permanecía intacta era la del pelo, de color rojizo. Ramón Corzo, por entonces director del Museo, recuerda con detalle la sorpresa que les supuso: «En realidad, nadie esperaba encontrar allí (en un solar sin restos aparentes de otra ocupación que no fuera moderna), un sarcófago antropoide, la pieza más destacada de toda la arqueología fenicia». Después de rellenar el interior del sarcófago de arena limpia, para proteger los restos, Corzo encargó la limpieza de los sillares y de la parte superior del enterramiento, su traslado al Museo y el vaciado y análisis del ocupante del sarcófago».

Una nueva generación
Esa tarea correspondió al arqueólogo Antonio Álvarez, quien se la tomó con tanta precaución que excavó el interior «con un pincel y una cucharilla». Al igual que para Corzo, la velocidad a la que pasó todo no le hizo ser consciente de que estaban «ante el hallazgo arqueológico más importante de Cádiz en el siglo XX». «Lo único que queríamos era cumplir con nuestro trabajo en esos momentos. Más tarde, cuando la gente empezó a preguntarnos '¿Oye, tú estabas allí?', comenzamos a darnos cuenta de la repercusión que había tenido el tema».
Corzo y Álvarez coinciden con el análisis de Juan Alonso de la Sierra, que habla del sarcófago femenino como un revulsivo importante para un Museo que, por entonces, se encontraba en plena transformación. «Fue una suerte, y creo que marcó a toda la generación de arqueólogos, como Antonio Álvarez, Luis Parodi, Paco Blanco, Ángel Muñoz, Antonio Sáenz, o Carmen García Rivera, que estaban allí y que luego se han hecho un nombre en esta profesión».
«Para muchos de nosotros fue un empujón definitivo», explica Lola López de la Orden, actual conservadora del Museo y que, recién licenciada, estaba por entonces viviendo su bautizo de fuego. «Nos íbamos de casa a las ocho de la mañana y regresábamos a las diez de la noche, pero totalmente encantados y felices, porque el sarcófago nos entusiasmaba». Aunque era voluntaria y trabajaba «por poco más que un bocadillo y una Coca Cola», el descubrimiento fue el resorte que la hizo ver que «ésta era una vocación demasiado fuerte», y la obligó a continuar en el tajo. Carmen García Rivera, que hoy dirige el CAS, admite que cada vez que pisa el Museo no puede evitar echarle un vistazo a la pieza y decirse: «Yo estuve allí».
Cuestión de sexo
El tirón popular del hallazgo (ese mismo año, en Carnaval, ya había gente disfrazada de Dama) también ha hecho que pasen desapercibidas las reservas del propio Antonio Álvarez, posteriormente director del Museo, sobre la rotundidad con que se afirma que lo que yacía dentro del sarcófago era una mujer. «Yo estuve analizando los huesos, no sólo porque tenía muy recientes mis cuatro años de Medicina, sino porque por entonces me dedicaba a la antropología física. Lo que todo el mundo sabe es que en antropología física, un solo individuo no delimita con exactitud el sexo. Hay que hablar en series estadísticas. No obstante, el esqueleto de la persona que estaba allí enterrada presentaba indicios de una musculatura fuerte, con una apófisis mastoides muy desarrollada, y eso puede indicar, normalmente, que se trata de un elemento masculino. Pero, como digo, no se puede asegurar radicalmente».
Ramón Corzo confirma que, lo que se ha estudiado al respecto hasta el momento, «no permite arriesgar conclusiones definitivas». Por ejemplo, «las caderas, una de las partes de la anatomía humana que mejor permite identificar el sexo, no estaban bien conservadas, eran los huesos que más se habían desecho por la acción de las raíces de las palmeras». Aun así, invita a las instituciones «a retomar el asunto, a recuperarlo, porque hoy en día sí hay métodos modernos y eficaces que nos permitirían solventar esas dudas, y otras». Corzo se refiere a las que también se tuvieron, en los 80, sobre si los restos que albergaba el sarcófago masculino podrían pertenecer a una mujer.
Antonio Álvarez afirma que no sería descabellado pensar que las familias pudientes del Cádiz fenicio de la época no encargaran estas piezas de lujo 'a la carta', sino con independencia del sexo del receptor.
Es posible, quién sabe, que la Dama de Cádiz sea un hombre, y el 'Señor', una mujer. Los sueños, incluidos los de Pelayo Quintero, siempre terminan cuando y como ellos quieren.

18 de julio de 2010

Cádiz: Aparece en el Teatro Falla una placa conmemorativa del primer centenario de la Constitución de 1812

La inscripción, encontrada en el foso, celebra el primer centenario constitucional.


El técnico municipal Jorge Rivas superpone la decena de trozos, uno junto a otro, y se congratula del resultado final. Los restos que acaban de aparecer en la segunda planta del foso del Gran Teatro Falla comienzan a adquirir sentido. El hallazgo apunta a una lápida que "en algún momento tuvo que estar colocada en el teatro" y que hace referencia a la celebración de una reunión para conmemorar el primer centenario de la Constitución del Doce. "Los delegados de veinte repúblicas americanas proclamaron en la sala de este Gran Teatro a 3 de octubre de 1912 la unidad de la raza española de ambos continentes. Grabase tal fecha como el más alto recuerdo del centenario de la Constitución", reza la leyenda, inscrita en dorado sobre la piedra, que lee el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Antonio Castillo, quien muestra los fragmentos de la lápida que ha salido a la luz durante los trabajos de limpieza y adecuación del coliseo para los actos de su centenario.