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30 de mayo de 2016

Documentan la mayor colección de ánforas romanas de Galicia en A Guarda (Pontevedra)

Las primeras ánforas descubiertas proceden del Norte de África y el sur de la Península Ibérica y llegaron al castro de Santa Tecla en el siglo IV antes de Cristo, «cargadas de salazones y vino». Además también se han documentado metales. Hay elementos de plomo, hierro y bronce, desde monedas romanas de la Dinastía Julio-Claudia a fivelas de bronce o clavos de hierro.
Hasta quince tipos diferentes de cerámica se han documentado en el castro. 
La última excavación del monte de Santa Tecla (Trega en gallego) ha desenterrado la mayor colección de ánforas romanas de Galicia. «Hemos localizado hasta 15 tipos pero hay 13 distintas de un período de solo 200 años, entre finales del II antes de Cristo y el I después de Cristo», confirmó Rafael Rodríguez, arqueólogo al frente de la primera excavación realizada en el barrio de Mergelina en el último siglo y la más prolífica. Esta variedad de ánforas es una de las muchas sorpresas con las que se ha topado su equipo, que ahora asume la tarea de documentar y evaluar las más de 40.000 piezas encontradas, algunas de ellas procedentes de Cartago, el norte de África y el Sur de la Península Ibérica.

Esta insólita variedad de vajillas es trascendente porque aporta mucha información sobre las fases de ocupación, las costumbres y la forma de vida que hubo en el Santa Trega. De partida, indican, «que no es un castro tradicional si no uno muy desarrollado. Una ciudad con el estilo y tipo de vida que en Sevilla».

«Estas ánforas nos permiten determinar, de antemano, que el grado de romanización aquí en el siglo II antes de Cristo era muy elevado. Galicia y el Santa Trega no eran un lugar apartado del mundo sino que el nivel de vida era similar al de la época en Hispalis, la actual Sevilla», indica de forma pedagógica el experto. Entre estas vasijas romanas hay algunas excepcionales. «Hemos encontrado una que traía aceite de la Bética y las mejor conservadas son las "Haltern 70", ánforas de vino procedentes de la desembocadura del Guadalquivir», destaca Rafael Rodríguez.

SALAZONES Y VINO
«Las ánforas hablan», indica. Las del Santa Trega han informado a los arqueólogos de que en su castro hay una romanización absoluta desde finales del siglo II antes de Cristo. «Se evidencia una clara fractura con la vida tradicional. Desde ese momento se generaliza el uso del vino, se traen salazones y, en vez de iluminar con grasa y telas, se utiliza ya el aceite», resume Rodríguez.

Las primeras ánforas descubiertas proceden del Norte de África y el sur de la Península Ibérica y llegaron al Trega en el siglo IV antes de Cristo, «cargadas de salazones y vino». Las romanas llegan de sitios diferentes desde finales del II antes de Cristo: desde Italia, el Norte de África y, especialmente, de los actuales Túnez y Marruecos, Andalucía y Portugal.

Se ha desenterrado una «abrumadora cultura material y las ánforas son el elemento más representativo». Estos hallazgos, apunta el arqueólogo, «sitúan a un gran poblado del Noroeste hispánico dentro de los circuitos comerciales internacionales del momento. Se refuerza la idea de que nuestra actual Galicia no era una región aislada y marginal; al contrario, era una región en contacto con el mundo Mediterráneo, aquí llegaban comerciantes procedentes del Sur de la Península Ibérica para intercambiar sus productos, seguramente por metáis muy codiciados».

Además de las ánforas se han documentado metales. Hay elementos de plomo, hierro y bronce, desde monedas romanas de la Dinastía Julio-Claudia a fivelas de bronce o clavos de hierro. «Lo que está claro es que en el barrio Mergelina la ocupación del Trega es más antigua del que se pensaba, pudiendo establecer tres momentos diferentes de ocupación», desvela el arqueólogo.

Rafael Rodríguez estructura el abanico de 500 años de ocupación desde el siglo IV antes de Cristo. Ese momento, dice, «está definido por estructuras en material perecedero que dejan improntas o negativos en el terreno y que se acompañan de materiales procedentes del mundo púnico, cerámicas y bronces castreños». Del II antes de Cristo son las estructuras en piedra; cabañas circulares y materiales de la época. La última ocupación va del II antes de Cristo al I después de Cristo. «Es el momento de la reurbanización espacial, se trazan calles y se definen las agrupaciones familiares. La vida en el poblado es intensa, existen claras divergencias sociales y los habitantes del Trega están en contacto con el mundo cambiante que llega de Roma», concluye.

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