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19 de octubre de 2010

Fuensaldaña, el castillo de las Cortes de Castilla y León

El origen de Fuensaldaña se remonta a la época de los vacceos, que se adueñaron de los páramos circundantes de valles y ríos del norte de la meseta. Por la calidad de sus tierras, en este lugar surgieron con el tiempo asentamientos de carácter agrícola y vitivinícola.
    En el siglo XIII, el burgo pasa a denominarse Fuent de Saldania y se encuentra ya habitado de forma estable, además de albergar la primera fortificación. Será en el siglo XV cuando se edifique el actual castillo, sobre los restos de la construcción anterior.
   En tiempos de Juan II, se concede el señorío a Alonso Pérez de Vivero, contador mayor del rey y primogénito de la rama gallega integrada en la Casa Villajuan. Tras el asesinato de don Alonso, perpetrado por don Álvaro de Luna, sus posesiones pasarán a Juan de Vivero, vizconde de Altamira. Felipe II convierte el señorío en condado, y nombra al bisnieto de Alonso Pérez, conde de Fuensaldaña. El castillo, el señorío y la villa han permanecido en posesión de la familia Vivero hasta el siglo pasado, que fueron vendidos a don José de la Cuesta.
   En el siglo XVI, Fuensaldaña, al igual que el resto de la región, vivió años de decadencia agrícola y económica, que no vería superada hasta el siglo XVIII. Hacia el año 1700, se empezaron a realizar importantes inversiones públicas y privadas en toda la comarca, que darían sus frutos lustros después. A mediados de esta centuria, se consolidaron las plantaciones vitivinícolas y el sembrado del trigo, que se convirtió en el cultivo por excelencia de la Ilustración.
EL CASTILLO
   Es el monumento más emblemático del municipio y sigue las directrices de la denominada escuela de Valladolid de los castillos señoriales. Fuensaldaña y la familia Vivero se encuentran unidos a través de la pétrea fortaleza, construida por don Alonso Pérez de Vivero en el siglo XV.
   La importancia estratégica de Fuensaldaña en la Edad Media queda patente en su castillo, convertido hoy en sede de las Cortes de Castilla y León. Aunque no se ha conseguido determinar con seguridad la existencia en Fuensaldaña de alguna fortificación en los siglos XIII y XIV, se cree que el actual castillo está construido sobre una fortaleza anterior, probablemente del siglo XIII.
   La edificación del castillo se debe a Alonso Pérez de Vivero, aunque la mayor parte de la construcción fue dirigida por su sucesor, Juan de Vivero, vizconde de Altamira, y depositario de los secretos desposorios de los Reyes Católicos. No en vano, los monarcas pernoctaron en más de una ocasión en su palacio de Valladolid, que a la vez servía como sede palaciega del señorío.
   El castillo que inspiró a Zorrilla en algunos de sus romances protagonizó un importante episodio en la guerra de las Comunidades, ya que parte de la tropa derrotada en Villalar se trasladó a este baluarte, que pretendía servir a la defensa de la capital vallisoletana de cualquier agresión procedente del norte.
   La fisonomía de esta fortaleza es la típica de un castillo señorial, con Torre del Homenaje destacando sobre el resto de la construcción, un sencillo recinto cuadrado con cubos en las esquinas y un patio de armas que se ha convertido en hemiciclo de las Cortes de Castilla y León. La Torre del Homenaje, a la que se accedía a través de un puente levadizo, tiene una altura de 34 metros y es de sección rectangular. Sus garitas de esquina se han prolongado hasta el suelo en cuatro torretas que reciben el matacán corrido, desde donde se defendían los pies de la torre. La cresta de almenas, formada por pares de pirámides con bolas, recuerda al Alcázar de Segovia.
   El interior de dicha torre se distribuye en tres pisos y un sótano, comunicados entre sí por una escalera en espiral de planta cuadrada. Cada una de sus plantas alberga una amplia estancia abovedada iluminada por ventanas con rejas góticas.
   El patio de armas es de planta cuadrada y antiguamente disponía de dos pisos dedicados a alojar a la servidumbre y a la infraestructura interna de la fortaleza. Hoy en día, únicamente se advierten los canecillos que sostenían estas plantas. Posee cuatro torreones circulares que parten de los mismos cimientos de la fortaleza, coronado con dos atalayas y complementado de matacanes y almenas.
   Pasado el siglo XVI, el castillo sufrió una evolución similar a la del resto de las fortalezas de la región, hasta llegar a la familia Alcañices a finales del siglo pasado. Una vez concluida la desamortización, el castillo permaneció en manos de los condes y el marqués de Alcañices, que lo utilizó como almacén de grano. Ya en este siglo, la pétrea estructura ha pasado a ser de propiedad pública; instaurado en España el régimen de las Autonomías, las Cortes de Castilla y León decidieron en 1979 albergar en la fortaleza el Poder Legislativo de la Comunidad Autónoma.
   El centro del patio de armas da cobijo actualmente al hemiciclo de las Cortes. En torno a él se distribuyen despachos y distintas oficinas administrativas.
(Fuente: Europa Press)

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