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7 de mayo de 2010

La heráldica en la Edad Media


Para poder distinguir a los caballeros en el campo de batalla, se creó un sistema de insignias o blasones llamado heráldica. Se diseñaba un blasón para que cada noble lo estampara en su escudo, abrigo, banderas y sello. El vestido o capa decorado con la insignia de un caballero recibió el nombre de abrigo de armas, y este término pasó a denominar a la insignia en sí. Una organización independiente llamada Colegio de Heraldos diseñaba las insignias individuales, asegurándose de que cada una de ellas fuese única en su especie. Los heraldos grababan las insignias en libros especiales que quedaban bajo su cuidado.

Los abrigos de armas se pasaban de generación en generación, modificándose con los enlaces matrimoniales. Algunos diseños se reservaban para la realeza de distintos países. A finales de la Edad Media, las ciudades, los gremios y los ciudadanos importantes, aunque no pertenecieran a la nobleza, tenían sus propias insignias.

En el campo de batalla los combatientes utilizaban los abrigos de armas para distinguir a los amigos de los enemigos y para elegir a contrincantes valiosos en una refriega. Los heraldos realizaban listas de los caballeros que iban a entrar en batalla basándose en sus blasones. Los heraldos eran considerados neutrales y actuaban como intermediarios entre dos ejércitos. De ese modo, podían pasar mensajes entre los defensores de un castillo o de una ciudad y sus sitiadores.

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