Su hallazgo no solo supuso un punto de inflexión en la historia de la arqueología y su protección, sino que está repleta de curiosidades como que el interior contenía el esqueleto de un hombre
Los arqueólogos que excavaron el sarcófago antropoide femenino / JOAQUÍN HERNÁNDEZ KIKI
Este 26 de septiembre se cumplen 42 años de uno de los descubrimientos más reveladores de la historia de Cádiz. Los 80 estaban aterrizando y sería una década cargada de sorpresas arqueológicas para la ciudad. Nuestro pasado emergió para contarnos que Cádiz siempre tuvo un gran peso en la historia de Occidente y uno de los secretos que reveló nuestro subsuelo fue el rostro de la Dama de Cádiz, que en realidad era el de un caballero.
En el solar de la calle Ruiz de Alda no daban crédito cuando la pala de la máquina excavadora se topó con los sillares que cubrían la silueta esculpida de una bella dama, que durante siglos aguardaría los restos de un personaje de gran poderío económico que, curiosamente, resultó ser masculino, tal y como demostraron hace dos años profesores de historia de la UCA.
"Ésta sí que era una tía guapa", fueron las palabras que 42 años atrás recibían al entonces director del Museo de Cádiz, Ramón Corzo, nada más llegar al terreno tras el aviso del hallazgo. Entonces supo que algo muy grande estaba a punto de ocurrir. En aquellos tiempos ni siquiera existía la Ley de Patrimonio Histórico, así que no hubo más control arqueológico que el de aquel golpe de suerte que permitió encontrar el bello sarcófago que pronto formaría la pareja eterna del sarcófago masculino en el Museo.
Y es que Cádiz también supo conectar muy pronto con este hallazgo y su propia historia. De hecho, fue tan sonada la noticia, que el traslado del sarcófago al Museo de Cádiz fue celebrado en todo su recorrido, desde que fue depositado en la cuba del camión, hasta llegar a su actual casa. La gene no paraba de saludar y vitorear al que sin duda sería uno de los hallazgos más importantes del siglo XX.
De vaciar aquel sarcófago se encargaron ya en el museo aparte de Corzo, los entonces jóvenes arqueólogos Carmen García Rivera; Ángel Muñoz; Francisco José Blanco; Lola López de la Orden; Antonio Sáez; Antonio Álvarez y Luis Parodi. Y lo hicieron con sumo cuidado, pues con cucharas del café lo vaciaron de arena hasta dar con el cuerpo que contenía aquel maravilloso sarcófago con el rostro esculpido de una bella mujer, que resultó esconder el cuerpo de un hombre.
El secreto mejor guardado: era un hombre
Uno de los hechos más sorprendentes, aparte del propio hallazgo, fue la manera en que durante décadas se mantuvo silenciado que el sarcófago femenino contenía el cuerpo de un hombre. Fue un equipo de investigadores de la UCA el que hace unos años lo demostró científicamente para terminar de dar sentido a aquellos estudios iniciales, y que ya puso sobre la mesa en el año 2020 que, efectivamente, era un señor. Eran huesos de un hombre, "no hay más que verlos", decían las investigadoras de la UCA que concluyeron el estudio -Mila Marcías y Ana Niveu-, como también lo comentó 42 años atrás un joven arqueólogo colaborador que luego fue director de la pinacoteca, Antonio Álvarez, quien señaló que "que se trataba de un esqueleto muy robusto que parecía claramente el de un hombre".
Uno de los hechos más sorprendentes, aparte del propio hallazgo, fue la manera en que durante décadas se mantuvo silenciado que el sarcófago femenino contenía el cuerpo de un hombre. Fue un equipo de investigadores de la UCA el que hace unos años lo demostró científicamente para terminar de dar sentido a aquellos estudios iniciales, y que ya puso sobre la mesa en el año 2020 que, efectivamente, era un señor. Eran huesos de un hombre, "no hay más que verlos", decían las investigadoras de la UCA que concluyeron el estudio -Mila Marcías y Ana Niveu-, como también lo comentó 42 años atrás un joven arqueólogo colaborador que luego fue director de la pinacoteca, Antonio Álvarez, quien señaló que "que se trataba de un esqueleto muy robusto que parecía claramente el de un hombre".
¿Por qué se ocultó a la sociedad?
Inicialmente en los años 80 se hizo un minucioso estudio de la osamenta que avalaban y compartían médicos y catedráticos, pero la verdad es que nunca trascendió ni lo ha hecho de forma oficial a la prensa ni a la opinión pública hasta 40 años después. El por qué se desconoce, y aunque Ramón Corzo dijo hace unos años que “entonces no le dimos importancia a este dato, ni hubo ningún interés en no decirlo”, puede que la verdad hubiera eclipsado el mágico hallazgo en el solar de Ruiz de Alda, cuando el maquinista que tuvo la suerte de toparse con los sillares que lo cubrían.
Inicialmente en los años 80 se hizo un minucioso estudio de la osamenta que avalaban y compartían médicos y catedráticos, pero la verdad es que nunca trascendió ni lo ha hecho de forma oficial a la prensa ni a la opinión pública hasta 40 años después. El por qué se desconoce, y aunque Ramón Corzo dijo hace unos años que “entonces no le dimos importancia a este dato, ni hubo ningún interés en no decirlo”, puede que la verdad hubiera eclipsado el mágico hallazgo en el solar de Ruiz de Alda, cuando el maquinista que tuvo la suerte de toparse con los sillares que lo cubrían.
Un antes y un después en la arqueología
Aquel descubrimiento aquel 26 de septiembre de 1980 del sarcófago antropoide femenino, el mismo que hoy posa en el Museo de Cádiz junto al que en 1887 fue hallado en Punta de Vaca, el masculino, marcó un antes y un después en la historia de la arqueología.
Y no sólo por la trascendencia del hallazgo en sí, sino por los avances logrados en la metodología de trabajo. Y es que este descubrimiento fue un hecho fundamental de cara a la nueva normativa de excavaciones arqueológicas que se puso en pie dos años después, pues en 1985 se aprobó la Ley de Patrimonio que hoy conocemos.
Sin duda, la forma en que la maquinaria impactó con aquellos sillares que cubrían el sarcófago fenicio fue la prueba evidente de la necesidad de excavar un solar antes de construir y fue el momento en que la gente tomó conciencia de ello.
1980: Un año cargado de sorpresas
Apenas habían terminado de hacer el vaciado de aquel bello sarcófago en las dependencias del Museo de Cádiz cuando llegó otra historia increíble: el hallazgo de la galería semicircular del Teatro de Gades, el que podría ser el más grande y antiguo de toda Hispania. Meses antes se había descubierto la colosal estatua de Trajano de unos tres metros de altura en la basílica de Baelo Claudia.
1980 fue por tanto un año mágico, en el que Cádiz demostró su poderío histórico cuando era Gadir y cuando fue Gades, cuando los fenicios decidieron que éste era el punto ideal desde donde marcar un auténtico entramado comercial con el resto de ciudades fenicias de todo el Mediterráneo, y cuando el propio Balbo quiso proyectar en este enclave del sur del sur una ciudad que fuera el espejo donde la mismísima Roma pudiera mirarse.
Aquel descubrimiento aquel 26 de septiembre de 1980 del sarcófago antropoide femenino, el mismo que hoy posa en el Museo de Cádiz junto al que en 1887 fue hallado en Punta de Vaca, el masculino, marcó un antes y un después en la historia de la arqueología.
Y no sólo por la trascendencia del hallazgo en sí, sino por los avances logrados en la metodología de trabajo. Y es que este descubrimiento fue un hecho fundamental de cara a la nueva normativa de excavaciones arqueológicas que se puso en pie dos años después, pues en 1985 se aprobó la Ley de Patrimonio que hoy conocemos.
Sin duda, la forma en que la maquinaria impactó con aquellos sillares que cubrían el sarcófago fenicio fue la prueba evidente de la necesidad de excavar un solar antes de construir y fue el momento en que la gente tomó conciencia de ello.
1980: Un año cargado de sorpresas
Apenas habían terminado de hacer el vaciado de aquel bello sarcófago en las dependencias del Museo de Cádiz cuando llegó otra historia increíble: el hallazgo de la galería semicircular del Teatro de Gades, el que podría ser el más grande y antiguo de toda Hispania. Meses antes se había descubierto la colosal estatua de Trajano de unos tres metros de altura en la basílica de Baelo Claudia.
1980 fue por tanto un año mágico, en el que Cádiz demostró su poderío histórico cuando era Gadir y cuando fue Gades, cuando los fenicios decidieron que éste era el punto ideal desde donde marcar un auténtico entramado comercial con el resto de ciudades fenicias de todo el Mediterráneo, y cuando el propio Balbo quiso proyectar en este enclave del sur del sur una ciudad que fuera el espejo donde la mismísima Roma pudiera mirarse.
(Fuente: Diario de Cádiz /Virginia León)
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