Las cerámicas han aparecido en una de las catas, al pie de la roca. En la excavación también han aparecido estructuras, una de ellas circular datadas en el siglo VIII
En Huélamo, dos leyendas esparcieron sus raíces de casa en casa: la del hombre de la capa que abrasó con su mano la puerta de Juan Merchante, y la del tesoro del Castillo, escondido en una oquedad, en la que intentaban introducirse todos los muchichos (así llaman en Huélamo a los muchachos) con la emoción de encontrarlo como piratas del Caribe. Nunca se encontró nada como, tampoco, hallaron tesoro alguno en esas otras cuevas de los moros que proliferan por nuestra geografía. Algunas monedas, quizás, y algún grafiti que llamamos ahora, también. Sobre todo en galerías de lapis en las que se cobijaban ciertos fugitivos y en las que, como ahora, nosotros con los móviles, dejaban testimonios de su presencia como también lo hicieron los escribanos, en los llamados libros de visitas, que en el siglo 16 dan buena cuenta de que, aquí, había un castillo en toda la regla.
Por eso, y por otras cosas, un grupo de arqueólogos está llevando a cabo una serie de excavaciones con el fin de certificar, de llevar a cabo un análisis comparativo entre la documentación escrita que tenemos y la realidad de los descubrimientos más recientes que, por cierto, han dado muy buenos frutos. Algo que, al turista huidizo de meterse en charcos, le costará creer porque, viendo lo que se ve en ese colmillo pétreo, hay que decirle que, hasta hace unos 400 años hubo un castillo fortaleza con muralla, torre del homenaje y dependencias de todo tipo con el fin de defender la plaza, Encomienda de la Orden de Santiago, en plena frontera entre Castilla y Aragón. Castillo en el que, ahora sí, como decimos, siguen jugando al escondite vestigios de una historia que comenzó aquí, a finales de la Edad del Bronce, que mejoraron los árabes hace más de mil años, y que fueron consolidados a partir del siglo 16 para, desde aquí, empezar a dibujar un tapiz urbano que se desparrama en bancales a la sombra de la que fuera, aquí, Orden de Santiago, estirándose, después, con el esplendor de la lana aprovechando tierras surgidas de una erosión que dejó, al Castillo, como cerro testigo vigilante de un pueblo lleno de fuentes y fachadas blancas.
Sí, así es. El castillo es nuestra señal de identidad, responde Leopoldo Martínez, alcalde del municipio, imaginando conmigo lo que sería la fortaleza si retrocediéramos 500 años. Lo malo es que apenas quedan vestigios de lo que fue y, lo bueno, es que como te digo, se ha convertido en símbolo de nuestro pueblo, Huélamo, porque se ve desde muy lejos y hace la labor del pregonero, añade Leopoldo.
Veríamos un castillo completo con sus almenas, la torre del homenaje, murallas, puertas etc, porque es así como aparece en las visitaciones de la Orden de Santiago cuando venían, aquí, por ser Encomienda. Hay visitaciones en los siglos XIV y XV siendo, la más extensa, la de 1508 que se refiere a las propiedades de la encomienda citando al Castillo y a muchas de sus dependencias. Pero, ahora, van apareciendo nuevos hallazgos que nos llevan al siglo octavo, a tiempos de los árabes.
Ese grupo de arqueólogos, dirigidos por Pedro Pablo de las Muelas, busca vestigios, restos que puedan dar luz a lo que se sabe que existió porque, documentos escritos, los hay, como dice el alcalde y, de esos escritos, a lo excavado y a los hallazgos que dan fe de la importancia de Huélamo.
Ciertamente. Gracias a estos trabajos tenemos claro que, la fortaleza, que empieza con los árabes, tenía muchísima importancia al ser, Huélamo, paso de Aragón a Castilla por la Herrería de los Chorros junto al río Almagrero que, como sabéis, es el que da agua al Júcar. Se trata de poner en valor esa historia contrastada, comprobada de que así es, aunque seguiremos intentando recaudar fondos de Europa, del gobierno de Castilla-La Mancha o del Estado para poder seguir estudiando estos restos que los arqueólogos van descubriendo. Sobre todo, esas cerámicas que han aparecido en una de las catas, al pie de la roca, entre la plaza de toros y la iglesia, una excavación en la que han aparecido estructuras, una de ellas circular, y en donde se han encontrado piezas de cerámica que, al parecer, son de la Edad del bronce, añade Leopoldo quien recuerda que, por culpa del Covid, de esta maldita pandemia, no pudieron llevar a cabo las representaciones de la llegada de Julián Romero.
No, por desgracia, junto a la Asociación nacida para llevar a cabo estas recreaciones, estábamos preparando todo ese conjunto de actuaciones que, en el 2018, por ejemplo, llevamos a cabo con la presencia del Regimiento Sicilia, con base en San Sebastián, heredero del Regimiento de Julián Romero.
Se refiere al año en el que, la comitiva, partió desde el Castillejo hasta el monumento a los Cargos, inaugurándose el emblema de la Orden de Santiago. Año en el que se nombró Comendadora a María Vicente, nuestra campeona de Heptatlón
Sí, fue en un acto precioso que tuvo lugar en el interior de nuestra iglesia, tras un desfile desde la plaza de Julián Romero hasta el templo parroquial con los Cargos, comitiva de Julián Romero, nuestras gentes ataviadas de época y autoridades. Fue un acto muy emotivo, sí.
La pandemia está ahí. Dicen que está bajando pero, la realidad es que trata de engañarnos como el hombre de la capa y, encima, hay descontento porque unas cosas se pueden hacer y, otras no aunque, ambas, sean al aire libre. ¿Habrá representación en este 2022?.
Estamos en ello. Tendremos una reunión en Febrero y, a partir de ahí, a ver si se van conjugando las fechas para que, en Semana Santa, tengamos una reunión más definitiva de la que saldrán todos los actos a representar con motivo de la llegada de Julián Romero, Maestre de Campo, nacido en Huélamo en el año 1518.
Unos andamios, colocados en la cara del Castillo que da a la iglesia, testifican que, allí, se trabaja no sólo en la cumbre sino que, también, en los laterales en donde descansaban los muros de la fortaleza.
Al frente de ello, en la dirección científica, se encuentra Pedro Pablo de las Muelas, arqueólogo y de Huélamo, que lleva muchos años estudiando la historia de Walmu, Vuelmo, Güelamo o Huélamo, nombres que, de por sí, encierran mucha historia.
Pues sí. Simplemente, por esa toponimia, podemos trazar el inicio de lo que sería el origen de Huélamo, en ese Walmu de época hispano musulmana. A partir de ahí, en lo que siempre se ha llamado castillo, es de donde surge el pueblo. Desde ahí, desde ese punto de Walmu, empezamos a tirar de un ovillo cuyo final tendrá que esperar por muchos motivos.
Lo comentaba el alcalde, Leopoldo Martínez, la cantidad de información que se tenía en los llamados libros de visitas. No solo certificaban la existencia de 6 ermitas, la de Santiago en el Castillo. Sino que, también, describían que, al entrar, se encontraban dos almenas, un portal donde está la caballeriza, la puerta de la Aldaba, la de Majaderos etc. Incluso en las Relaciones de Felipe II, se lee que en lo alto había un falconete y un aljibe con paredes de cal y canto.
Tratamos de confirmar las hipótesis de trabajo que se nos estaban abriendo. Necesitábamos la vivencia arqueológica que nos dijese, si todos los escritos, podrían tener visos de verdad o no era así. Las catas y excavaciones, nos han llevado a buenos resultados y, las pruebas que llevamos a cabo, constatan que el origen del Castillo estaría a finales del siglo 8 o comienzos del 9. Pero en todos esos paseos, visitas, prospecciones, en esas situaciones en las que a veces tienes suerte y otras no , en una de ellas, junto al alcalde, en un derrumbe, apareció una muestra, un fragmento de cerámica que estaba fuera de todo contexto arqueológico, algo que no pintaba nada. Pero, es más porque, hace 15 días, en el último estrato, apareció cerámica que correspondía con ese primer fragmento abriéndose, ante nosotros, un mundo nuevo con respecto a lo que era el Castillo de Huélamo. Una puerta abierta que nos llevaría a finales de la Edad del Bronce, en torno a unos 800 a de C.
La Inversión Territorial Integrada del Gobierno de Castilla-La Mancha (ITI), instrumento arbitrado por la normativa europea, facilita el apoyo económico para llevar cabo este proyecto en el que, además de Pedro Pablo, colabora Carpetania Integra responsable de la ejecución del proyecto, y un equipo técnico compuesto por Salvador Vila, arquitecto, y los arqueólogos Hipólito Ruiz y Greta Bruno. Todos formamos un grupo de amigos con lo que, el trabajo resultante, es fenomenal, añade Pedro Pablo al tiempo que imaginamos cómo sería este colmillo pétreo, vestido con un lienzo de muralla o un torreón.
El paso del tiempo es inexorable. Avanza, pero no retrocede. Y si a eso se le añaden las condiciones climáticas de la zona pues, la tormenta erosiva la tenemos y bien fuerte. Los procesos de erosión son muy duros para la roca, los muros etc. Es lo que hemos visto en multitud de yacimientos, es lo normal. La erosión, las sedimentaciones y, luego, la mano del hombre porque la población que surge después, aprovecha material del antiguo castillo para construir las casas del pueblo. Otros tiempos. El ser humano avanza pero, hoy, afortunadamente, vamos en otra dirección.
En las excavaciones, entre otras cosas, han aparecido muros y una especie de pozo, de forma circular de unos 3 metros de profundidad. Testigos de una parte de la historia que no sabemos si quedarán como piezas museísticas.
Si tenemos en cuenta que para la intervención actual nos hemos tirado 10 años llamando a puertas, y recibiendo portazos, llega un momento en que decidimos que lo mejor que podemos hacer, con el dinero conseguido, es aprovecharlo al máximo sin hipotecar el yacimiento. Hacer las cosas muy bien antes de querer llegar a un paso que no pudiéramos dominar. La decisión que hemos tomado es la de acabar los trabajos y cubrir los restos aparecidos, de la mejor forma, que nos permita volver a ellos para poder realizar una musealizacion mucho más adelante.
Un Castillo que ha abierto nuevas páginas en la historia y vida de Huélamo, a cuyos pies nació uno de los pueblos más bellos de España.
Tiene su razón de ser. El origen de lo que es hoy día el núcleo urbano, parte del Castillo, de un asentamiento pequeño habitado por poca gente. Cuando la población comienza a crecer, se desparrama ese urbanismo por la falda del cerro desde el que llamamos barrio del Castillo. Un barrio distinto porque tiene calles estrellas, no demasiados ángulos rectos que nos lleva a la primera fase de expansión. El resto se estructura en 3 calles paralelas que se comunican con rampas y escaleras, pero en época posterior. Son los siglos 16, 17 y 18 relacionados con la pérdida de poder de la Orden de Santiago y la preeminencia de la ganadería trashumante. Esos comienzos del 16, anteriores a la crisis económica que afecta al comercio de lanas, sería la ampliación de ese paisaje urbano de Huélamo, concluye Pedro Pablo al que dejamos en lo alto del Castillo, junto al aljibe, con agua. Un mirador sin puertas solo para tus ojos.
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