En realidad, las dimensiones de la prospección son reducidas: apenas se ha abierto a lo largo de todo el vial una zanja de medio metro de anchura. Pero sólo eso ya es muchísimo: tal y como explicó el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert, esa angosta apertura al subsuelo permite calibrar cómo fue la arquitectura doméstica de la Daninya islámica a lo largo de los siglos XI y XII; e imaginar, prácticamente estancia por estancia, cómo eran aquellas casas alzadas ahora hace casi un milenio.
Así, han aparecido fragmentos de pavimentos de ladrillo que decoraron los salones más nobles; de zócales y yeserías andalucíes pintadas con colores para las estancias principales y los portales; de escalinatas que evidencian que muchas de estas viviendas contaban con dos plantas, sinónimo del desahogo económico de sus moradores. Igualmente, las tareas arqueológicas recrean cómo eran los patios también pavimentados de esos inmuebles, con una galería que los envolvía desde el perímetro y, en el centro, una jardinera y un pozo: también se ha hallado uno de estos últimos.
Los arqueólogos que han dirigido a pie de obra la excavación, Marco Aurelio Esquembre y Juan de Dios Boronat, han localizado rastros de dos calles transversales a la de Ramón y Cajal, cuyo trazado ya existía en este momento histórico, así como restos del alcantarillado que cruzaba uno de esos viales milenarios y que prueban la gran capacidad de esta civilización a la hora de diseñar infraestructuras urbanísticas.
Pero ya no es sólo arquitectura doméstica. Todo este esfuerzo ha permitido del mismo modo extraer conocimientos más globales. Y constatar la evolución urbanística de la Dénia islámica a lo largo de doscientos años.
Así, los vestigios localizados en el primer tramo de Ramón y Cajal –entre Cavallers y la entrada al Arxiu Municipal– estarían datados en el siglo XI, esto es, casi en la época primigenia de la Dénia islámica, la de la taifa: se han hallado piezas de cerámica califal, que es de ese periodo. Según detalla Boronat, esta isla viviendas se encontraba pues en el corazón de la Medina, muy próximo a los hamman (baños árabes), junto a la mezquita nunca descubierta y cerca de las actuales calles Loreto, Sant Josep o la propia Cavallers, que también entonces ya estaban diseñadas.
En cambio, las estructuras localizadas en el segundo tramo de Ramón y Cajal –desde la plaza del Arxiu a la Glorieta– son ya posteriores, del siglo XII, cuando la medina islámica conoce un momento de gran expansión tanto dentro como fuera de las antiguas murallas. Esta arquitectura, no obstante, se asentó sobre las viejas viviendas del siglo anterior: era el ensanche de la propia medina. Y un barrio con alto poder adquisitivo.
LA GLORIETA, UN MUNDO POR DESCUBRIR
Hay que tener en cuenta que estas excavaciones se complementan con las que ya se efectuaron, también para las mismas labores de cableado, en la parte inferior de la misma calle, en el cruce con Quevedo: allí se descubrió un horno y parte de lienzo de la última muralla con la que contó la Dénia islámica, ya de mediados del siglo XII y por lo tanto en el momento de máximo crecimiento de la medina.
Así que ambos descubrimientos permiten aseverar, según Gisbert, que todo el entorno de la Glorieta «constituye un auténtico tesoro arqueológico de la Dénia andalucí» que, por cierto, sigue durmiendo su sueño de siglos en el subsuelo debido a que la mayor parte de esa área nunca se ha excavado. Eso es así porque allí nunca se ha llevado a cabo ninguna gran obra pública: únicamente excavaciones parciales como la de ahora u otras anteriores posibilitadas por la instalación de algún contenedor soterrado o las obras en el patio de alguna casa particular.
De hecho, en todo este entorno de la Medina se han podido detectar unas 25 casas, cifra bastante inferior a las más de cien viviendas estudiadas ya en el arrabal islámico y portuario de El Fortí, en el principio de la actual carretera de Les Rotes.
Hay que tener en cuenta que estas excavaciones se complementan con las que ya se efectuaron, también para las mismas labores de cableado, en la parte inferior de la misma calle, en el cruce con Quevedo: allí se descubrió un horno y parte de lienzo de la última muralla con la que contó la Dénia islámica, ya de mediados del siglo XII y por lo tanto en el momento de máximo crecimiento de la medina.
Así que ambos descubrimientos permiten aseverar, según Gisbert, que todo el entorno de la Glorieta «constituye un auténtico tesoro arqueológico de la Dénia andalucí» que, por cierto, sigue durmiendo su sueño de siglos en el subsuelo debido a que la mayor parte de esa área nunca se ha excavado. Eso es así porque allí nunca se ha llevado a cabo ninguna gran obra pública: únicamente excavaciones parciales como la de ahora u otras anteriores posibilitadas por la instalación de algún contenedor soterrado o las obras en el patio de alguna casa particular.
De hecho, en todo este entorno de la Medina se han podido detectar unas 25 casas, cifra bastante inferior a las más de cien viviendas estudiadas ya en el arrabal islámico y portuario de El Fortí, en el principio de la actual carretera de Les Rotes.
(Fuente: La Marina Plaza)
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