Varios alumnos miden el túmulo principesco hallado en la necrópolis de Alarcos. Foto: EL CRISOL DE CIUDAD REAL |
Una necrópolis única
El hallazgo tiene “muchísima importancia el ámbito geográfico de Ciudad Real”. Quien habla es Rosario García. Ella junto a David Rodríguez dirigen los equipos que se ocupan de las excavaciones, formados por alumnos de la UCLM y algunos graduados que están haciendo másteres y que deciden pasar dos semanas del verano buscando en el pasado histórico de Ciudad Real.
La importancia de la necrópolis viene marcada por la escasez. No hay ninguna en Ciudad Real que se conserve. Se sabe por ejemplo que bajo el pantano de Peñarroya hay una, o que se han encontrado cinco o seis tumbas sueltas en algunas excavaciones realizadas en Alhambra o en Argamasilla de Alba pero jamás una necrópolis íntegra.
Además, la relevancia viene marcada por lo que se ha descubierto en las apenas dos semanas que han estado investigando, las excavaciones terminaron el pasado martes.
Entre los seis túmulos abiertos se encuentra el de un ‘Príncipe Ibérico’, uno de los personajes más importantes de esta sociedad, cuya tumba escalonada, estuvo seguramente adornada con algún tipo de escultura. Es un ‘príncipe ibérico’, así entre comillas, porque se trata de una nomenclatura de índole medieval pero que tradicionalmente se aplica a los grandes señores de los poblados ibéros, ya que era una sociedad en que la sucesión era familiar.
Esta tumba es la que más llama la atención del complejo, aunque no se hayan encontrado restos, porque puede hacer pensar que algunas de las esculturas encontradas hace años en Alarcos pueden pertenecer a ella, algo que este verano y otoño tendrán que investigar los arqueólogos junto al resto de piezas.
Más hallazgos
En total han sido descubiertos seis túmulos, un enterramiento completo con urna, una falcata, “aunque apelmazada dentro de un amasijo de hierro y flechas”, varias cuentas y sobre todo la necrópolis en sí, que implica un apoyo más para construir el relato histórico del Alarcos ibero. Unas piezas a las que hay que sumar la falcata, descubierta durante unas obras este invierno y que puso sobre la pista a los arqueólogos.
Los iberos era un pueblo que incineraba a sus muertos, bien en la misma tumba o bien trasladaban sus restos a otro lugar. En las necropolis junto a los restos, llevaban ajuares con aquellos objetos más deseados por sus dueño para que les acompañase en la otra vida, lo que marca la diferencia con los pueblos que suelen estar abandonados y dónde el descubrimiento se circunscribe más a restos de viviendas, vajillas rotas, ajuares, huesos de animales comidos,… “Ajuares pequeños, cuentas, fíbulas, cinturones, escudos”, todo estos elementos son aspectos que se encuentran dentro de una excavación de este tipo.
“Los iberos siempre tienen una necrópolis”, aunque hay aspectos que aún se desconocen de ellas. La principal pregunta es si enterraban a todo el mundo o había ciudadanos íberos que no contaban con ese derecho. Un elemento más que hace que la ‘tumba principesca’ llame la atención, porque el hallazgo muestra como la estratificación social que había en vida perduraba también la muerte.
“Cuando sale el enterramiento hay que ir muy despacio, abrir volver a cerrar y abrir el año que viene”. Es decir que todavía quedan años de investigación hasta que se sepa qué es lo que esconde realmente esta necrópolis. Se trata de una investigación en la que durante dos semanas se abre una zanja se dibuja lo que hay bajo tierra, en este caso una tierra que no ha sido tocada durante siglos, se sacan los objetos de valor y durante los otros 11 meses del año se estudian para finalmente, una vez, restaurados, poder ser exhibidos a la vista de todos en el Museo Provincial.
De hecho, con las excavaciones de Alarcos de este verano el Museo contará con una nueva joya dentro de poco, un túmulo al completo, con ajuar y los restos del difunto que podrá ser admirado en sus instalaciones cuando se reabran.
El Alarcos ibérico
“Alarcos es un oppidum, no se puede hablar de ciudad, pero es uno de los poblados más importantes”, de él dependían otros poblados más pequeños, explica Rosario García cuando se le pregunta por cómo era el Alarcos ibérico. “Era el centro económico,en el que hemos encontrado un almacén de grano” por lo que desde el cerro se redistribuiría a otras zonas.
Aquí en Alarcos vivían de “la agricultura y la ganadería” además era un centro de fabricación cerámica en la Meseta Sur, por lo que el comercio era importante. En Alarcos se han descubierto cerámicas griegas, lo que demuestra que había intercambio con otras culturas.
Más allá del plano económico, Alarcos, al igual que todo los pueblos iberos, era una sociedad guerrera. De hecho, en los ajuares funerarios más importantes son los que cuentan con armas, e incluso hay falcatas que cuentan con nielados, elementos decorativos que indican que se trataba de un arma decorativa, no destinada a ser usada en la guerra. Una espada de este tipo, encontrada durante unas obras, fue la que puso a los investigadores de la UCLM sobre la pista para indagar en busca de la necrópolis.
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