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22 de octubre de 2011

Indicios de una nueva tumba de San Fernando en la Capilla Real de la catedral de Sevilla



Las obras han sacado a la luz huellas de una «enigmática reja central» que podría haber rodeado al túmulo

La investigación arqueológica programada con motivo de la restauración de la solería de la Capilla Real ya está deparando sorpresas, pese a que aún no han comenzado las catas previstas. Perplejidad, cuanto menos, es lo que el autor del proyecto, el maestro mayor de la Catedral, Alfonso Jiménez, asegura sentir ante los indicios que acaban de salir a la luz; un hallazgo, incluso, del que el propio deán presidente del Cabildo, Francisco Ortiz, subrayaba ayer su importancia para un mejor conocimiento de la historia del Templo Metropolitano, su arquitectura y la misma historiografía.
Alumnos de la escuela taller limpiando la zona en la que han aparecido
los anclajes próximos al rosetón. Foto: K.Rangel.
En la fase de limpieza que está llevando a cabo el módulo de auxiliares de Arqueología de la Escuela Taller que gestiona Forja XXI han aflorado partes de una solería de ladrillo, de barro cocido bicolor (en tonos rojo y beige) y, con toda probabilidad, del siglo XVI, a tenor de unas facturas de 1573 de las que, según precisó Jiménez, se tienen constancia y que fueron publicadas hace tres décadas por Alfredo Morales. Este descubrimiento lleva aparejado la presencia de una serie de anclajes en torno al rosetón central de la Capilla Real que, en opinión de la arqueóloga y monitora Georgina Aguilar, «estarían delimitando un gran espacio cuadrangular», que las excavaciones habrán de esclarecer a qué corresponde y cuyas dimensiones son de 4,70 metros, de norte a sur, y de 6,20 metros de este a oeste.

La capilla del XVI

Según la hipótesis que baraja el maestro mayor de la Catedral esa «enigmática reja central» podría haber estado protegiendo en su momento algo tan «extraordinariamente importante» como un posible túmulo ubicado en ese lugar para albergar los restos de Fernando III antes de su canonización y, por tanto, anterior al actual emplazamiento de la urna de plata —que tardó cincuenta años en realizarse— en la que ahora se halla depositado el cuerpo del santo monarca. «Podríamos estar viendo la capilla original del XVI, con menos aditamentos y en un estadio muy próximo a lo que se inauguró con el traslado a ella, desde los altos de la Colombina en 1579, de los restos del rey; su esposa, doña Beatriz, y su hijo don Alfonso».
Los vestigios de elementos de los que no se tenían noticias anteriores ayudan a alimentar, aún más si cabe, el interés por profundizar en esta investigación, ya que «nada de lo que está saliendo estaba en ningún dibujo o documento escrito». Para ello, se está trabajando en la clasificación de cada una de las piezas del rosetón central —de 2,88 metros de diámetro— marcando sus características con afán de proceder a su levantamiento para iniciar excavaciones en el subsuelo y poder hallar claves que ayuden a esclarecer, o no, la tesis inicial de la que se parte, como huellas de una posible cimentación del túmulo. Aunque todavía es pronto para aventurar el resultado y la solución que precisaría, Alfonso Jiménez llamaba ayer la atención sobre el hecho de que «tenemos que perder la idea de que la Catedral es la que hemos conocido desde los años 20; limpia, en el sentido arquitectónico, y uniforme, pues ha asistido a cambios constantes».
Pero este gran espacio cuadrangular no es lo único que ha visto la luz tras la retirada de la solería para su restauración. Georgina Aguilar también dio cuenta de otra serie de anclajes, sólo en el lateral derecho de la Capilla, que podrían relacionarse con una reja que, tal vez, fuera de madera, mientras que en el lateral opuesto se aprecian unas oquedades que, en opinión de Jiménez, pudieran vincularse con la tribuna de un órgano. Sea como fuere, el estado que presenta la solería del XVI no es ni medianamente uniforme, contemplándose zonas bien conservadas, como la del lateral izquierdo, y otras totalmente desgastadas o inexistentes.
El plazo para la terminación de las obras —fijado para abril de 2012— podría ampliarse, en virtud de la investigación arqueológica, como máximo hasta septiembre por necesidades de calendario de la propia Catedral, según apuntó ayer el delegado de Administración y Patrimonio, Francisco Navarro.
(Fuente: ABC Sevilla)

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